La macabra historia y leyenda de la Piedra Feliz de Valparaíso

Animita a los pies de la Piedra Feliz

El viento y el mar golpean con fuerza las rocas del borde costero de Valparaíso. Allí, a un costado del balneario de Las Torpederas, en las faldas del cerro Playa Ancha, se encuentra La Piedra Feliz o más bien, los restos de un peñón con una larga historia de suicidios. Al anochecer, en ese lugar,  las olas y las corrientes de aire producen una especie de aullido que acompaña  el movimiento de enormes algas o sargazos movidos al vaivén de la marea.

Piedra Feliz
Estado actual de la Piedra Feliz, cuya cúspide fue dinamitada en los años 80 para prevenir nuevos suicidios.

El nombre La Piedra Feliz, disfraza con ironía la tragedia  de los desherados del amor, los abandonados o quienes no encontraron otro camino que quitarse la vida ante sus desgracias. Aunque parte del promontorio fue dinamitado en la década de los 80,  en sus alrededores se conservan una suerte de animitas, con algunos nombres de los desdichados.

Las leyendas porteñas recuerdan que un número indeterminado de mujeres, parejas y ancianos terminaron su existencia, arrojándose al mar en ese sector de Valparaíso.

Una sensación tétrica experimentan quienes visitan lo que antaño fue un enorme peñón, incluso con una escala esculpida en la roca para llegar a su cima.

por José Miguel Infante, ex guía de Viajes por Chile – http://www.guioteca.com


«Misterioso encantamiento«

Antiguamente, al costado izquierdo del Balneario “Las Torpederas”, existía un elevado promontorio formado por negras rocas. Dicho peñón atrajo desde siempre la atención de los suicidas que llegaban hasta él para poner fin a sus días. Un misterioso encantamiento poseía este abrupto peñón situado al pie del “Cerro Playa Ancha”, en la ladera norte donde se ubica el Cementerio Nº 3.

La roca gigantesca atraía a los desheredados del amor, a los desdichados por problemas financieros y a los enfermos incurables. El pueblo bautizó a ese fatídico atalaya con el extraño nombre de “Piedra Feliz”, que muy por el contrario era la piedra de los infelices. Abajo, allá donde el mar se arremolina, allá donde esgrime sus mil brazos, grandes remazones de huiros y cochayuyos, como los tentáculos de un animal fabuloso, esperan a los torturados. Es el coro de los fantasmas de los cientos de desaparecidos entre esa maleza marina. 

Allí está el peñón de oscuro sino, la “ Piedra Feliz” llamando a los suicidas, como una atalaya de salvación para martirizados, para los conturbados espíritus. Subiendo los peldaños pétreos se llegaba hasta la cúspide, hasta el fatídico zócalo, a la cornisa del enhielo torreón metido en el mar.

Desde arriba, una mirada a la vida y luego el salto hasta las turbulentas aguas, hacia el mundo de los suicidas, donde las aguas marinas agitan sus múltiples brazos en un eterno bullir. Nadie escapaba con vida una vez tomada la decisión final. Tanta fue la popularidad de la “Piedra Feliz”, ubicada en el popular Balneario “ Las Torpederas”, que un alcalde ordenó dinamitarla cercenando su cabeza. El decreto alcaldicio restó belleza y patetismo al trágico peñón que, a pesar de todo, aún atrae a los suicidas con su fría imagen pétrea al costado izquierdo de la playa.

El Balneario “ Las Torpederas”, por sobre la inquietante reputación de la “ Piedra Feliz”, sigue siendo el balneario más popular de Valparaíso. Debe su nombre a las lanchas torpederas que, durante la Guerra del Pacífico, tuvieron su base en la acogedora playa. Hoy la “Piedra Feliz” ha perdido mucha popularidad; otros medios menos románticos, pero igualmente eficaces, le han arrebatado su atractivo, su “encanto”.

Fuente: Municipalidad de Valparaíso


La Piedra Feliz, según Oreste Plath

La Piedra Feliz era un peñón enclavado en Las Torpederas, balneario de Valparaíso. Por muchos años los aburridos de la vida, los descontentos, los enamorados desencontrados, se despedían de sus vidas para siempre lanzándose desde lo alto al mar.

Toda una época señala a la Piedra Feliz, como la piedra de los infelices. Se suicidaban parejas, hombres o mujeres, ancianos, enfermos, abandonados.

Al pie de la roca, ramazones de algas se extendían y distendían como tentáculos de pulpos gigantes y se contaba que los suicidas erguían la cabeza entre estas plantas como incitando a lanzarse a las almas torturadas.

Oreste Plath. Geografía del mito y la leyenda chilenos.

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