AVESTRUZ.- Cuando no queremos darnos cuenta de la realidad, ni queremos ser conscientes de todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, la postura del avestruz («no veo, no oigo, no me entero de nada, nada de lo que sucede me afecta»…) puede ser la más cómoda, pero también es la más riesgosa. Porque no ves llegar la amenaza ni te puedes defender.
CAMINO.- La vida es un largo camino. No se trata de llegar a alguna parte. Se trata de caminar de la mejor manera posible. Y en ese camino, a veces es bueno y necesario pararse a meditar, reflexionar, descansar. Algunas veces te toca enseñar; pero cada día, cada uno de tus días en este camino de vida, te toca aprender.
PREGUNTAS.- «De nuevo Jesús les dijo:
—Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.
Comentaban, por tanto, los judíos: «¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice: “Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”?»
—Ustedes son de aquí abajo —continuó Jesús—; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. (Juan 8: 21-23)».
Preguntas inevitables que me he hecho siempre:
-¿De qué mundo era Jesús?
-¿Era un extraterrestre?
-¿Y su padre, lo era también?
-¿Quién era y dónde estaba su madre, no la terrenal, sino la «de allá arriba»?
(Hacer en voz alta este tipo de preguntas, fue uno de los motivos por los cuales no me aceptaron para sacerdote).

LA MEDITACIÓN, PAZ INTERIOR.- ¿Has contemplado alguna vez una puesta de sol, sentado a la orilla del mar o caminando por un bosque, experimentando un completo bienestar y paz interior?
Esta paz, tranquilidad y armonía son los mismos sentimientos que se experimentan durante la práctica de la meditación.
La meditación es un período de tiempo que apartamos cada día para tranquilizar la mente. Es una manera de ir más lento, de calmarnos y de ponernos en contacto con el lado eterno de nuestro ser.
La práctica de la meditación nos hace conscientes de nuestra naturaleza eternamente iluminada.
La meditación nos recarga y nos ayuda a ponernos en contacto con nuestro ser interno, con nuestra Luz Interior. Nos da una visión íntima y clara de nuestra vida diaria y nos permite determinar lo que es correcto para nosotros.
La meditación cristiana nos ayuda a conectarnos con el Padre, el Creador.
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