
En determinadas ocasiones, el espíritu de un individuo que ha partido puede permanecer ligado a este plano, en lugar de ascender a un plano superior.
Esas entidades tienen alguna adherencia o apego al plano material que las mantienen aquí, como hemos visto reiteradas veces en nuestro trabajo: adicciones al alcohol, al sexo, a las drogas, un materialismo desmedido, etcétera.
Veamos sólo un ejemplo: el espíritu de alguien que en vida tuvo una fuerte dependencia al alcohol, pasa mucho tiempo -tiempo terrestre, porque las entidades ya miden el paso del tiempo de una manera muy distinta-, rondando en torno a una botillería, bar o lugar de venta de bebidas alcohólicas.

Y si puede, se pegará a un ser humano vivo que tenga esa misma adicción, que esté débil espiritualmente y que tenga su mente y su raciocinio perturbados y alterados por la ingesta alcohólica.
Si ello sucede, esa persona pasa a tener una «segunda mente», un parásito interno, que ejerce control sobre su conducta y le drena y roba la energía vital.
Por ello es tan importante mantener un sano equilibrio de cuerpo, mente y espíritu y alejarnos de ciertos vicios, para evitar convertirnos en «socios energéticos» de esas entidades que alguna vez, en vida, tuvieron esos mismos vicios.