
CUARTA PARTE
El ifrít
El ifrít es un género de genio, concebido probablemente en la Península Arábiga y en zonas del entorno pero muy influido por la demonología mesopotámica. El fuego y el aire son los elementos más similares a su naturaleza.
Tiene el poder de volar y de transformar su aspecto, de ser invisible y de vivir bajo el agua. En ocasiones, se le identifica con el yinn y con los demonios, sirviendo el término ifrít como designación peyorativa de un genio perverso, o rebelde.
En un principio, pudo representar a los vientos del desierto y del mar y en ello se basa parte de su semejanza con los demonios mesopotámicos, ya que el concepto del demonio-viento parece común. Está formado de una energía que es capaz de adoptar formas tanto humanas como animales, u otras incorpóreas como remolinos de polvo o de aire, siempre de modo puntual, ya que es incapaz de conservar una forma definitiva.
En general, el ifrít es un personaje bastante indefinido, sujeto a todo tipo de variaciones descriptivas, aunque como rasgo común se le atribuyen siempre el desaliño o la suciedad así como proporciones físicas desmesuradas, tanto cuando se encarna en figuras humanas o animales como cuando lo hace en fenómenos atmosféricos y otras cosas (aire, fuego, humo, tormenta…).

Al igual que el yinn, es un ser creado y, por tanto, sujeto al envejecimiento y la muerte, aunque su vida es muy prolongada.también es similar a aquél en participar de los dos sexos y estar organizados socialmente.
Es portador de enfermedad y de muerte, además de causar otros daños, particularmente el de raptar a personas que se lleva a sus moradas: los machos lo hacen con muchachas y las hembras con hombres.
No obstante, en ocasiones su relación con los humanos puede ser buena, llegando a darse casos de un ifrít hembra que ha prohijado a un ser humano.
Habita en lugares lejanos o de difícil acceso y rodeados de despoblados. Vive en palacios, en castillos sobre montañas, en medio o dentro del mar, en islas o en tierras transmarinas, en grutas, en subterráneos o similares, en casas vacías, desiertos y árboles.
De entre muchas posibles descripciones, figura la de tener faz de leona con orejas de asno, senos descubiertos, cabellera en desorden, manos manchadas, uñas largas, pies de pájaro; o bien, la de monstruo cuadrúpedo, cuyos miembros anteriores son los de un león y los posteriores terminan como patas de pájaro.
(Continuará)
Autor: Camilo Álvarez de Morales – Escuela de Estudios Árabes (CSIC, Granada)