El diablo anda suelto: el arzobispo de Milán dobla el número de exorcistas en su diócesis

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La catedral de Milán

En un caso sin precedentes en la historia reciente de la Iglesia, el arzobispo de Milán, ante la avalancha de fieles que reclaman ayuda a los sacerdotes para discernir si tienen algún tipo de infestación del demonio en sus vidas, influencia o posesión, ha decidido ampliar el número de sacerdotes dedicados a esta pastoral.

El diablo anda suelto. Aunque sus métodos evolucionan, el viejo Satanás regresa de vez en cuando a sus números de siempre. Y el clásico entre los clásicos es el de meterse en el cuerpo de una criatura de Dios y obligarla a echar espumarajos por la boca. El caso es que monseñor Angelo Scola, arzobispo de Milán y uno de los más firmes candidatos a sustituir a Benedicto XVI en la silla de Pedro, no está dispuesto a permitirlo. Ha multiplicado por dos la plantilla de exorcistas de su diócesis —de 6 a 12—y ha instalado una centralita para atender a los posibles endemoniados. El número, huelga decirlo, no contiene un triple seis…

En cualquier caso, no se trata de un asunto —advierten desde la diócesis de Milán— para tomárselo a broma. Los casos verdaderos son raros, pero haberlos, haylos. De ello da fe monseñor Angelo Mascheroni, obispo auxiliar y responsable desde 1995 del Colegio de Exorcistas. A través de una entrevista en la web oficial de la archidiócesis, ha contado que cada vez son más las llamadas de fieles que solicitan un nombre, una dirección, un teléfono, algún lugar seguro donde poder aliviar el sufrimiento de algún familiar o amigo que consideran poseído por Satanás.

Muchos de ellos ya han sido víctimas de personas sin escrúpulos que, bajo el disfraz de curanderos o brujos, les han sacado los cuartos a cambio de aliviar su sufrimiento. «Por esto», dice monseñor Mascheroni, «hemos activado una centralita en la Curia de lunes a viernes de las 14.30 a las 17.00. Quien tenga necesidad puede llamar y encontrará a una persona que le indicará un contacto en su zona para evitar que hagan largos viajes». Eso sí, el obispo les ha pedido a sus exorcistas que, tratándose del asunto que se trata, se lo tomen con calma y no se sobrecarguen de trabajo. Además de luchar eventualmente con el diablo, tendrán que seguir diciendo misa, confesando, ejerciendo de párrocos…

Monseñor Mascheroni dice que la función principal de sus exorcistas será la de escuchar, atender con serenidad a quienes sufren y dejarles claro que “el Señor siempre es más fuerte que el diablo”. Aunque no hay un retrato robot de quienes reclaman los servicios de un exorcista –hay personas jóvenes y ancianas, sin y con estudios–, sí se da la circunstancia de que muchos suelen ver al maligno detrás de simples malas rachas —»el chico no va a la escuela, toma drogas, es rebelde»— o problemas más propios de la consulta de un psiquiatra.

El obispo dice que, a veces, llegan jóvenes asustados que, tras participar por diversión en ceremonias de espiritismo, creen que Satanás se enfadó y se les metió dentro. «Si lo hicisteis por divertiros», les tranquiliza monseñor Mascheroni, «el demonio no os tomó en serio. El demonio es una persona seria».

Fuentes: ReL/elpais.com

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