Este mensaje del monje benedictino Laurence Freeman, dado en una conferencia en Singapur y titulado originalmente ‘Libres del ego’, expresa con una claridad muy especial el trabajo que realizamos con la meditación en nuestras vidas y su relación con «olvidarse de sí mismo» (liberarse del ego) y «seguir a Jesús» (amar al prójimo). Por la efectividad y sencillez de este mensaje, que aclara el papel de la meditación en la vida cristiana, lo publicamos completo en este blog. Fue publicado originalmente en español en «Meditación Cristiana».
La meditación es libertad, la liberad de los hijos de Dios. Lo que sucede durante la meditación es que uno se desprende del ego y se reconecta con su verdadero ser. Por eso la meditación tiene mucho que ver con relacionarse y no con aislarse o escaparse. Se trata en primer lugar de relacionarse sana y verdaderamente con nosotros mismos. Eso es, finalmente, la base de nuestra relación con los demás. En la meditación, salimos de la auto fijación, la autoconciencia, la auto obsesión, hacia una nueva libertad de espíritu. Una persona que está fijada en sí misma no puede amar. Una persona egoísta no puede ser feliz.
Hay un hermoso texto budista que resume el budismo Mahayana: “Toda la infelicidad del mundo proviene de la gente que trata de encontrar la felicidad para ellos mismos. Toda la felicidad del mundo proviene de la gente que está tratando de hacer feliz a otra gente”. Es lo mismo que dice el Evangelio. Eso es lo que significa el olvidarse de uno mismo: encontrar la felicidad, liberándonos de nuestro ego, y adentrándonos en esa gran relación que es Dios. ¿Cómo lo hacemos en la meditación? A través de la simplicidad. Dejamos de pensar en nosotros mismos. Retiramos la conciencia fuera de nosotros mismos. Por supuesto no es sencillo. No es sencillo dejar de pensar en nosotros mismos, porque estamos muy enredados en nosotros mismos. Pero en la meditación revertimos el proceso, terminamos con ese hábito. Tratamos de hacer algo distinto. Dejamos de pensar en nosotros mismos y nuestra atención se mueve a un lugar más profundo y a un lugar más puro, a un lugar más silencioso, más consciente a medida que nos adentramos en la mente de Cristo.
Ahora bien, esto no significa que estemos pensando en Dios o en Cristo. En la meditación no pensamos en Dios pero le prestamos atención a Dios. Pero no le prestamos atención a Dios como un objeto o un pensamiento. Cuando decimos que le prestamos atención a Dios, queremos significar lo que dice Jesús, que estamos amando a Dios con todo nuestro ser, con toda nuestra mente, con toda nuestra fuerza. Esta es una distinción muy importante a tener en cuenta, si se quiere entender lo que se hace al meditar. La meditación no es pensar.
Otra enseñanza fundamental de Jesús está contenida en su frase: “Nadie puede seguirme a menos que renuncie a todas sus posesiones”. ¿Qué significa? Si significara que todos tuviéramos que entregar nuestras billeteras, tarjetas de crédito, autos, casas y ropa, probablemente no seríamos capaces de seguir sus enseñanzas. Yo, por ejemplo, estoy muy apegado a mi reloj. Entonces ¿qué significa realmente renunciar a nuestras posesiones? Significa que todos debemos comenzar a vivir como San Francisco? ¿Entregar nuestras cosas a los pobres? Tal vez para alguna gente ese sea su significado y todos nos beneficiamos con el gran ejemplo de pobreza que ellos dan. Pero no creo que ese sea el significado para todos. No todos nacimos para convertirnos en ermitaños, mendigos o sannyasis. Pienso que lo que realmente significa es que debemos dejar de ser posesivos desde el centro mismo de nuestro ser. Debemos tratar de dejar de poseer a la gente o a las cosas que se encuentran en nuestro dominio en un momento particular de nuestras vidas. Debemos reconocer que somos simples administradores por un corto tiempo, incluso de las cosas que pensamos que poseemos. Si podemos practicar este modo de liberarnos de nuestras posesiones, entonces el modo en que usemos nuestro dinero, nuestra tarjeta de crédito o nuestras casas, será muy diferente.
No ser posesivo significa practicar y vivir el desapego. Eso quiere decir que si te acercas a mí y me dices: “Perdí mi reloj y realmente necesito uno, ¿me das el tuyo?”. Yo debería ser capaz de responder: “Seguro, tómalo” y así practicar el desapego. La única forma de practicar el desapego mientras vivimos en el mundo real es regresar al problema raíz de nuestra actitud posesiva, que es nuestro ego. Si podemos liberarnos del ego, olvidarnos de nuestro yo, como dice Jesús, debemos abandonar todas nuestras posesiones. Si podemos olvidarnos de nuestro yo, habremos renunciado a nuestra actitud posesiva, y nuestras posesiones serán cosas que podremos compartir con los demás. Esto es algo que nos sucede en las relaciones personales de nuestras vidas, pero también es una verdad que nos lleva a la naturaleza misma de la sociedad.
Una tercera enseñanza fundamental de Jesús, que él dice que resume toda la Ley, es: “Ama al Señor tu Dios con toda tu mente, con todo tu corazón, con toda tu fuerza, y a tu prójimo como a ti mismo”. Amar a Dios y amar al prójimo son igualmente importantes en las enseñanzas de Jesús. ¿Qué significa esto? No podemos amar al Dios que no vemos si no amamos a la persona que está al lado nuestro y que podemos ver. ¿Qué significa amar a tu prójimo? Quiere decir, me parece, que si le prestamos atención a la persona que está al lado nuestro, esa persona que nos es extraña o esa persona que ha estado en nuestras vidas durante tantos años, esa persona con la que podemos tener dificultades, esa persona que puede habernos herido, esa persona que puede habernos asustado, esa persona de la que sospechamos; si podemos prestarle atención a esa persona, esa persona se habrá convertido en nuestro prójimo en el profundo sentido que el Evangelio le da a esa palabra. Y también significa que si le prestamos atención, lo estamos amando.
Laurence Freeman osb
Creo que a Dios se le puede amar por lo que ha creado. No es necesario verlo para admirarlo.
Gracias a él amo, rio, sueño, vivo. Gracias a el están los árboles, las montañas, los ríos los animales…etc
Yo no conozco a Gaudí pero si le admiro. Admiro esa parte creadora de él.
Mi conflicto es amar a mi enemigo. En un momento dado puedo sentir compasión, puedo intentar comprenderlo, puedo apartarlo de mi vida. Pero decididamente no puedo amarlo. Puedo agradecerle que gracias a él pueda haber aprendido algo, ser más fuerte.
Hasta no hace mucho el no ter según que posesiones me entristecía.
Por culpa de esta crisis o gracias a ella y haberme dejado llevar por mis malas vibraciones, me quede en la calle, sin tener un sitio donde meter muchas de mis posesiones. Antes de esto durante año y medio sobreviví a duras penas con muy poco dinero para comer. Está claro que somos carne y hueso y esa materia necesita de otras materias, pero en ese tiempo me sentido más cerca de Dios y he aprendido a estar en mejor sintonía con mi esencia.
Ahora sé lo que es verdaderamente importante en mi vida, lo que me hace feliz. He podido comprobar que es el magnetismo, puedo decir sin sentirme mal que amo a Dios, que agradezco todas y cada una de sus creaciones.
Es aquí (agradezco todas y cada una de sus creaciones) en esta frase es en la que surgen vibraciones negativas. ¿Cómo amar a mí enemigo?
El ayudar a los demás nos hace sentirnos muy bien, nos hace sentirnos útiles. Ayudando a los demás nos ayudamos a nosotros mismos. Me di cuenta que cuando alguien me ha pedido ayuda, al no estar bajo las malas vibraciones que esa persona sufre, he podido ver con mejor perspectiva sus problemas y en ocasiones ayudarle a que se ayude. Buscando una solución a un problema ajeno he encontrado solución a más de un problema propio.
Hagamos de nuestra mente un templo y de nuestro mundo algo mejor.
Muchas gracias por su inspiración.