Alarma en Colombia por la posible intervención satánica en asesinatos de niñas

“Anoche no me pude despegar de mi muchachita, pensando en que alguien me la podía matar”, dice Arelys Narváez, una de las vecinas más cercanas a los esposos Redondo Soto, cuya hija de 10 años, Marcelys, fue asesinada en su cama, en plena madrugada del pasado 24 de agosto, en Riohacha (Colombia). Lo cuenta el diario colombiano El Heraldo.

El temor y la consternación embargan a Riohacha, mientras se extiende el rumor de que una secta satánica estaría detrás de este suceso, así como de la muerte, en circunstancias similares de Ilva Linda Polo, de 13 años, el pasado 7 de agosto.

En el barrio San Francisco de Asís, donde ocurrió el crimen, ya nadie duerme tranquilo. “Mañana no sabemos a quién le toca. Estamos tan desconcertados que tememos por nuestras vidas y la de nuestros hijos”, dice Nancy Aragón, de 46 años, residente en la zona. Otra vecina, Mariela Oñate, quien vive hace 30 años en frente de la casa de los Redondo, comenta que siempre fueron una familia tranquila. “Los papás siempre estaban pendientes de las niñas”, asegura.

A raíz de la situación, la directora regional del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, Ilka Curiel Choles, convocó una reunión en las instalaciones de la entidad, a la que asistieron representantes de Alcaldía, Gobernación, CTI y Policía. Al término del encuentro, la funcionaria recomendó a los padres de familia estar más pendientes de sus hijos y revisar los contenidos que los niños ven en la televisión o las páginas que visitan en la Internet.

El Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía no se ha pronunciado frente al hecho, pero las investigaciones continúan. Se aclaró que hasta el momento no existen elementos de juicio que permitan establecer una relación entre los dos casos de homicidios conocidos. Empero, el médico forense Orlando Muñoz asegura que las heridas hechas con arma cortopunzante en ambos crímenes tienen formas semejantes. Pareciera, según él, que se trata de un instrumento con filo por ambos lados. “Marcelys presentó una herida en nivel superior derecho del tórax, e Ilva, en el nivel superior izquierdo del tórax. No hay huellas en ninguno de los dos casos”, explica.

Familiares, compañeros y profesores despidieron el 25 de agosto a Marcelys. El ataúd, cargado por estudiantes del colegio, recorrió las principales calles del municipio, pasando por el DAS, La Fiscalía, la Policía, la Alcaldía y la Gobernación, en señal de protesta por los asesinatos. Mientras tanto, Marlyn Michel, hermanita de Marcelys, se recupera en el Hospital de Riohacha y podría ser dada de alta en uno o dos días. Manuel Rivadeneira Romero, director del centro médico, reporta que la pequeña de 8 años ha evolucionado perfectamente.

“Yo pensé que ella me había cogido el lápiz que me compró mi papá, por eso discutimos”, dice Claudis Fernández, la mejor amiga de Marcelys en el Colegio María Goretti. “El lunes llegué preocupada y le pedí perdón, porque cuando llegué a mi casa me di cuenta que no era el mío”. Claudis cuenta que su amiguita quería actuar en la primera obra de teatro que se realizará este año en la institución educativa: Las consecuencias de la vida y la muerte.

Alarma en el cementerio

Con machetes, palos, piedras y revólveres, una turba enardecida ingresó a las 11 de la noche del pasado 25 de agosto al cementerio indígena Virgen de los Remedios (Riohacha, Colombia), con el propósito de atrapar a tres personas con vestimenta negra, quienes, minutos antes, según declaraciones de un par de jóvenes, habían llegado al camposanto. Lo cuenta Sharon Verdeza en el diario colombiano El Heraldo.

Los gritos de los universitarios, quienes pasaban a esa hora por la calle 21 con carrera 8, interrumpieron la tranquilidad que había en el barrio Luis Eduardo Cuéllar. “¡Son los satánicos!”, gritaban los vecinos al escuchar las declaraciones de los jóvenes. Sin temor saltaron las rejas de la entrada principal del cementerio para ir en busca de los presuntos responsables de los crímenes cometidos en el municipio. Nunca los encontraron.

El cementerio, que es propiedad de una de las vecinas, carece de iluminación y está en deterioro. “Allí entran personas y sacan arena para hacer maldades. Uno ve de todo, hasta parejas haciendo cosas indebidas, pero nunca hemos visto que ingresen personas vestidas de negro”, expresa Geynis Barraza, estudiante universitaria, quien vive desde hace 21 años en el sector.

Los asesinatos a menores, las supuestas sectas satánicas o asesinos en serie, siguen atemorizando a la población riohachera, que tiene varios días sin dormir por la preocupación de saber quiénes serán las próximas víctimas de un nuevo acto violento. La directora del Bienestar Familiar, Ilka Curiel Correa, hizo un llamado a la comunidad para que atienda más a sus hijos, y no sólo en coyunturas como las que se están presentando, sino en todo momento. “Invito a los padres de familia y a los docentes a que les trasmitan calma y tranquilidad a los niños”, dice.

Fuente de la noticia: El Heraldo / RIES

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