
Muchas personas que estudian en escuelas esotéricas se sienten especiales y evolucionadas. Sienten que Dios los ha conducido al lugar adecuado para su crecimiento y evolución; que la información que van a recibir es muy importante y no puede divulgarse a personas que no están tan evolucionadas, porque no tienen la capacidad para entenderla o para darle un buen uso.
Esta presunción se convierte en una forma de arrogancia, un ego que nada tiene de espiritual, que hace pensar a esas personas que son privilegiados, especiales, elegidos, y que los demás están descarriados o perdidos en la vida.
Esta forma de arrogancia también se ve en las religiones que se sienten propietarias de Dios. Si uno no sigue su culto, está perdido.
Sin embargo, en el Universo existe un solo Dios y es el mismo para todos. Los humanos inventan diferentes nombres, distintas maneras de rendirle culto, crean dogmas y doctrinas, pero, en esencia, todos adoramos al mismo Dios.Todos somos iguales ante los ojos de Dios.