Espíritus que piden ayuda

Duele, y duele profundo, que a cualquier hora de la noche, sin yo buscarlo ni tampoco desearlo, se presenten espíritus (a veces uno, a veces incluso varios a la vez). Tales espíritus o almas errantes llegan por distintos motivos. En ocasiones, es para pedir oraciones y rogar que recen por ellos; en otras, expresando su pena y arrepentimiento por una mala decisión tomada, o su angustia porque todavía no saben qué les ha sucedido. Y otras veces clamando insistentes y con gran desesperación, para que encuentren sus cuerpos y castiguen a sus asesinos.

Por las distintas ocasiones en que me han llegado -y siguen llegando, aunque gracias a Dios ahora con menor frecuencia- esas súplicas y peticiones, podrían ustedes decirme que ya debería estar acostumbrado. Pero no puedo. Nunca me acostumbraré a los llantos y gemidos de dolor de esas almas en pena, que claman en demanda de ayuda; y a las que no siempre, por mucho que lo desee o que lo intente, las puedo ayudar más allá de darles consuelo o de ofrecer por ellas oraciones al Altísimo.

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