Con todo lo visto, analizado y estudiado a lo largo de mis largos años de vida (a Dios gracias), tengo la certeza -y lo digo con toda responsabilidad, consciente de que estas líneas sacarán ronchas en más de uno- de que detrás de muchas de las falsas creencias, técnicas y pseudoterapias de la Nueva Era, de todas esas falsedades metafísicas, aperturas de registros akasicos, aperturas del tercer ojo, mensajes de ángeles, maestros ascendidos, sanaciones cuánticas, biodescodificación, canalizaciones y un largo etcétera, todas las cuales incentivan y fomentan el ego espiritual hasta niveles superlativos, detrás de todo ello se encuentra el influjo del Maligno.
Prácticamente toda esta parafernalia está auspiciada, cuando no dirigida y controlada por el mismísimo Satanás y sus muchos secuaces, (los «espíritus malos de los aires», como bien los definió San Pablo); entes malévolos que aprovechan cualquier ocasión para parasitar, contagiar y/o poseer a tantos incautos que, con la pretensión de hinchar su ego espiritual, cierran los ojos ante esta realidad.
El combate espiritual que mantenemos no es contra enemigos de carne y sangre: es contra demonios, contra entidades etéricas invisibles, contra espíritus malignos que habitan en lugares astrales y que con facilidad entran en nuestro mundo, ocupando cuerpos humanos, por ejemplo en canalizaciones, o en sesiones de reiki mal realizadas, o tras invocar presuntos «ángeles»…
La ignorancia, la irresponsabilidad y el ego espiritual tienen mucha relación con esta actual ‘epidemia’ de contagios de entidades negativas.