
La magia está integrada en nuestra vida, y la comunidad conocida como los romaníes no es la excepción, ya que poseen un legado mágico muy intenso.
Los nombran ‘gitanos’ desdeñosamente, y este linaje siempre fue foco de polémica cultural; estuvieron acosados en la época medieval, encausados en la Inquisición Española y aislados de la sociedad contemporánea.
Las leyes contra los gitanos eran tan abusivas que, hasta principios del siglo XVII, era prohibido ser gitano, los perseguían y encarcelaban, exterminando y ejecutando a familias completas. En muchos lugares de Europa se les podía dar caza y aniquilarlos como a los animales violentos.
El vocablo ‘gitano’ procede de la errada idea de que los romaníes eran oriundos de Egipto (en inglés el término para denominarlos es ‘gipsy’, derivación de ‘egipcio’), probablemente debido al color de su piel, ojos negros y extravagante vestimenta.
Hoy en día, los romaníes residen en diferentes países y ciudades del mundo, y aunque aún encaran la exclusión social, han conservado sus tradiciones mágicas. Este pueblo, del cual investigaciones recientes lo hacen provenir de la India, posee una colorida tradición con una compleja mitología y folklore. A pesar de haber sido un pueblo nómada, su cultura y lengua se han mantenido intactos, así como sus tradiciones y creencias.
Los romaníes han cultivado, asimismo, una amplia gama de poderes espirituales, entre los que se encuentran la precognición y la retrocognición.
Ellos creen que el poder de la palabra tiene suficiente fuerza como para moldear el destino de una persona, y así lo han usado durante años para amenazar y aprovecharse de esta superstición.
Asimismo, existe la creencia popular de que cualquier mujer romaní posee el poder de lanzar maldiciones y maleficios que pueden afectar a otras personas.

La manera en que actúa una maldición gitana, consiste en que una mujer romaní enojada y/u ofendida gritará una proclamación que presagia un desastre en la persona de la parte ofensora. En la mayoría de los casos, la maldición incluye vetas de mala suerte, problemas de salud o en las relaciones y otros efectos similares.
Las maldiciones que generan mala suerte son tan comunes entre los romaníes porque son extremadamente fáciles de promulgar. Todo lo que se necesita es manifestar su enojo o enfado con alguien y desear que ocurra algo negativo.
Las maldiciones gitanas pueden afectar a las víctimas a nivel psicológico e incluso físico. No está claro si se debe a la sugestión, aunque muchas personas, tantos de esta etnia como de otras, creen en su efectividad.

Algunas maldiciones gitanas
– ¡Deberías comer los huesos de mis muertos!
– ¡El diablo te llevará!
– ¡Este pan te cegará!
– ¡La tierra te devorará!
– ¡El diablo se comerá tu buena suerte!
– ¡Los lobos te comerán!
– Mal fin tenga tu cuerpo, permita Dios que te veas en las manos del verdugo y arrastrado como las culebras, que te mueras de hambre, que los perros te coman, que malos cuervos te saquen los ojos, que Jesucristo te mande una sarna perruna por mucho tiempo, que si eres casado tu mujer te ponga los cuernos, que mis ojitos te vean colgado de la horca y que sea yo el que te tire de los pies, y que los diablos te lleven en cuerpo y alma al infierno.
– Que la mala suerte te persiga y que todo te salga mal.
– Que sufras el doble de lo que me has hecho sufrir a mí.
– ¡Dios conceda que los perros hagan un banquete con tus huesos!
– Que te habite el infierno. Que la lluvia te esquive y tu sed sea eterna. Que la luz no te toque. Que sabiéndote ciego la imaginación se te niegue.
– Que dependas de otro para cualquier movimiento y hasta tu más mínimo gesto tenga un amo impiadoso que decide por vos. Que las lágrimas se encaprichen dentro de tus ojos y aunque el dolor te acongoje no quieran caer. Pero, más que todo, que el corazón se te ensanche, que lo sientas crecer en tu pecho y no tengas más remedio que amar.
– ¡Mal fin tengas tú y tu amor!
– ¡Que se te caiga la carne a pedazos!
– Mal cáncer te entre.
– ¡Que la destrucción te coma!
– ¡Mar barreno te taladre!
– ¡Maldigo tu nombre, tu casa y a toda tu descendencia!
– Tu cerebro se rociará, y lo recogeré en mi pañuelo.