
En nuestros días la gran fe de nuestra raza, el cristianismo, es profesada por un gran número de hombres y mujeres sinceros, devotos y honrados. Y aunque todos están dedicados a sus tareas, sólo en parte son eficientes, porque la mayoría de ellos ignoran absolutamente el hecho de que el llamado cristianismo bíblico es sólo una alegoría del verdadero espíritu del cristianismo y de esa doctrina esotérica creada en el templo por las mentes iniciadas del paganismo y promulgada para satisfacer las inclinaciones religiosas de la raza humana.
Hoy en día esta gran fe es profesada por millones de almas, y comprendida sólo por un puñado, porque si bien ya no existen los templos de Misterios como instituciones en las esquinas de las calles, como ocurría en la antigüedad, la Escuela de Misterios todavía existe como una estructura filosófica invisible. Sólo confía el conocimiento de sus secretos a unos pocos, dejando que la gran masa entre solamente en su recinto externo y haga sus ofrendas sobre el altar de bronce.

El cristianismo es esencialmente una Escuela de Misterios, pero la mayoría de sus adherentes no lo comprenden lo bastante bien como para darse cuenta de que hay secretos en sus parábolas y alegorías que constituyen importante parte de su dogma. ¿Por qué no habría de ser el cristianismo una Escuela de Misterios? Su fundador fue un iniciado en los Misterios Esenios.
Los esenios fueron discípulos del gran Pitágoras y estaban también en contacto con las Escuelas Secretas de la India. El Maestro Jesús fue un hierofante profundamente versado en el antiguo Arcano. San Juan mismo, por sus escritos, prueba que estaba familiarizado con el ritualismo de los cultos egipcios, y se sostiene que San Mateo fue el maestro de Basílides, el inmortal sabio egipcio, fundador, juntamente con Simón el Mago, del Gnosticismo, el sistema de misticismo cristiano más elaborado que jamás surgiera del tronco principal de la iglesia de San Pedro.
(Fragmentos del libro ‘Melquisedec y el misterio del fuego’, de Manly P. Hall, escritor canadiense experto en mitología y religiones).