El ejemplo de San Antonio Abad

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Republicado el 17 de enero de 2014, en su festividad

“Debemos utilizar todas nuestras fuerzas  en la búsqueda de Dios”. Esta es una de las recomendaciones de San Antonio Abad, y de la que dio ejemplo, buscando a Dios y siguiéndolo en la pobreza, la oración, el ayuno y en la soledad perfecta. Lo encontró y el Señor le bendijo con la fuerza de su Espíritu Santo, para seguir la obra que tenía destinada para él.

Aunque vivió entre los siglos III y IV, las palabras del abad San Antonio, o San Antón, también conocido en la tradición como San Antonio el Grande, son actuales y su mensaje totalmente comprensible y aplicable al día de hoy, como se puede comprobar en un extracto sacado de su discípulo San Atanasio, que en forma de discurso escribió:  «Antonio enseñaba que la meditación fortalece el alma contra las pasiones, el mal y contra la impureza. Si viviésemos como si hubiésemos de morir cada día, no fallaríamos nunca. Para luchar contra el mal son infalibles la fe, la oración, el ayuno de los ascetas, sus vigilias y oraciones, la paz interior, el desprecio de las riquezas y de las glorias vanas del mundo, la humildad, el amor a los pobres, las limosnas, la suavidad de costumbres y, sobre todo, el ardiente amor a Cristo».

Conocemos la vida del abad Antonio, al que la tradición llama el Grande, primordialmente a través de la biografía redactada por su discípulo y admirador, San Atanasio, a fines del siglo IV.

Antonio sufrió las tentaciones del mal, que combatió con ayuno y oración. Sólo comía una vez al día, y pasaba muchas horas de la noche rezando, y es así cuando siente la más profunda llamada a la soledad, pero ésta era imposible, ya que con él convivían otras personas; así que optó por trasladarse al desierto, donde encontró una cueva para residir en la más perfecta intimidad y soledad.

Más adelante y buscando siempre una mayor soledad llegó hasta cerca de la actual ciudad de Luxor (antigua Tebas) a instalarse en las ruinas de un  cementerio, lugar temido por los hombres, pero  él viviendo allí daba testimonio del triunfo de la resurrección sobre la muerte, haciendo ridículas las supersticiones. Su idea era vivir libre del mundo exterior, algo que resultaría del todo imposible debido a la fama que había adquirido. El Señor se valió de la búsqueda de la perfecta soledad de Antonio  para llamar a muchos seguidores que subían para pedirle consejo sobre sus dudas o problemas. Fue entonces cuando Antonio se dio cuenta de la imposibilidad de su objetivo y durante 20 años estuvo alimentado, alentando y aconsejando el alma de incontables personas.

Muchos de los hombres que le conocieron fueron después imitadores fervorosos que se le unieron porque querían vivir como él. Nacía así  la primera comunidad de personas que querían vivir las enseñanzas de San Antonio basadas en el Evangelio y mantenidas con la oración, ayuno y trabajo. Durante esta etapa se le atribuyen diversas curaciones y muchos otros milagros.

Tiempo después decidió trasladarse a otra parte para fundar otro monasterio. Invitó a un grupo de sus monjes a acompañarle y al grupo restante les encomendó la tarea de quedarse en Pispir para continuar la evangelización. Se trasladaron al monte Qolzoum, cerca del Mar Rojo. En ese lugar San Antonio decidió fundar el Monasterio de Deir-el-Arab, pues se encontraron con un pequeño oasis y tierra para labrar. Los monjes siguieron con su vida de ascetas al tiempo que orientaban y ayudaban a los peregrinos que se les acercaban y los alimentaban con los frutos de la tierra que ellos mismos trabajaban.

La fama de San Antonio Abad  llegó a todo el mundo Oriental. El santo, a pesar de vivir en Deir-el-Arab, se retiró en varias ocasiones al desierto durante días, para estar mas cerca de su compañera la soledad y en distintas ocasiones también visitó a la comunidad de Pispir para seguir enseñando de cerca a sus queridos hijos, los monjes.

Aparte de las permanentes discusiones arriano-católicas que señalaron su siglo, San Antonio, lleno del Espíritu Santo, fue sobre todo padre de sus monjes y consolador de los afligidos, por lo que se recogió una multitud de anécdotas más conocidas como “apotegmas del desierto”.

San Antonio Abad es poseedor de una espiritualidad intuitiva, incisiva o más bien genial, implacablemente fiel al contenido de la revelación evangélica. Aún se conservan algunas de sus cartas, cuyas ideas principales confirman las que Atanasio le atribuye en su «Vida».

No sólo en España, sino también en América Latina, San Antonio adquirió una increíble fama. En Perú, en Panamá, en Guatemala, México, Santo Domingo y otros países latinos existen calles, hospitales, hoteles y localidades que honran a San Antonio Abad. En Egipto ha habido una nueva efervescencia monástica en torno a la figura de San Antonio Abad.

En Norcia, Italia, existe un monasterio de monjas benedictinas bajo su patrocinio y en Humacao, Puerto Rico, hay una comunidad benedictina también bajo su patrocinio. Tampoco hay que olvidar que la reforma del Carmelo de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz recurrió a los ermitaños y muy particularmente a la espiritualidad de San Antonio Abad para dicha reforma. A San Antonio se le atribuyen cartas y unos dichos, los cuales reflejan su paternidad (ser apa –en egipcio– o abad en latín) sobre los ermitaños.

4 comentarios sobre “El ejemplo de San Antonio Abad

  1. Encontré una cruz que creo que es la de San Benito, la diferencia es que no dice PAX y tiene escrito vrsnsmvi con esa i al final. Me gustaria saber si significa algo o es «problema de fabrica» (mala imitacion)?

  2. Todo un ejemplo de busqueda hacia Dios todopoderoso,conciviendo su gracia y amor,apartandose de todo lo terrenal que esta de paso,adquiriendo el don y virtudes que Dios solo concede a los que buscan el refujio en el todopoderoso,alabado sea Dios,que me ayuda en mis debilidades,amen.

  3. Es una cosa muy bonita vivir una vida de santidad
    y ascetismo,y ene ste sentido,creo que el ejemplo
    del hermano San Antonio deberia hacernos reflexionar
    acerca de la necesidad de praticar una espiritualidad
    sana para dejar atrás el poder del pecado y sus
    resultados tan devastadores.Amén.

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