El caso de la supuesta vidente Vassula Ryden, greco-ortodoxa que predica sobre todo en círculos católicos, es un fenómeno propio no sólo de la globalización (ella viaja de país en país) sino de la cultura informativa del siglo XXI y de Internet, donde se suceden los comunicados y contra-comunicados.
La revelaciones que asegura haber recibido de Dios desde noviembre de 1985 ocupan una docena de volúmenes.
Como es greco-ortodoxa, la Iglesia Católica no le puede ordenar nada: ni silencio, ni prudencia, ni obediencia, ni disciplina… Si se hiciera católica y su obispo le ordenara silencio, el caso sería muy distinto: si callara, no habría escándalo; si no callara, sería desobediente y se vería que lo suyo no viene de Dios. Su greco-ortodoxia la pone en una posición más cómoda, que sabe aprovechar.
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