Los dioses se reunieron en asamblea en una ocasión para esconder la Sabiduría, pues el ser humano se iba a degenerar y no era recomendable que la tuviera en sus manos, ya que sólo se destruiría más rápido y lograría realizar daños muy grandes. Pero era necesario que esa Sabiduría estuviera al alcance de gentes preparadas, para que hicieran buen uso de ella.
Se levantó el dios de las Aguas y dijo: «Escondamos la Sabiduría en el fondo de un océano, en una caverna submarina y pongamos un monstruo marino a resguardarla, ahí el hombre nunca la encontrará». Uno de los dioses se adelantó al futuro y se encontró con la sorpresa de que el ser humano haría guerras contra sí mismo incluso en el fondo de los océanos, y que si la Sabiduría estaba ahí, quién sabe en qué manos iba a caer… No era pues un buen lugar.
Después se levantó en la asamblea el dios de la Tierra y dijo: «Escondamos la Sabiduría en las entrañas de la tierra, ahí nunca se le ocurrirá al hombre buscar». Nuevamente se adelantaron al futuro y se dieron cuenta de que el ser humano haría perforaciones en todos lados de la tierra, por codicia, buscando minerales, piedras preciosas, etcétera. Y quién podía saber qué tipo de ser humano encontraría la Sabiduría… Tampoco era la tierra un buen lugar.
Entonces habló el dios del Aire y dijo: «Escondamos la Sabiduría en lo alto de la más alta montaña, donde jamás ningún pie humano ha llegado». Se adelantaron al futuro y vieron que el ser humano, por orgullo, trataría de conquistar las más altas montañas. Gente así tampoco era recomendable que la encontrara.
Hablaron y propusieron decenas de lugares, mas ningún sitio parecía ser completamente seguro.
Finalmente uno de los dioses dijo: «Escondamos la Sabiduría dentro del mismo ser humano, ahí no la encontrará. Sólo a quien tenga el corazón puro y noble se le ocurrirá buscarla en ese lugar».
Todos los dioses estuvieron de acuerdo en esa última propuesta.
Y desde entonces la Sabiduría está ahí, dentro del propio corazón del ser humano; bien escondida y al alcance de sólo unos pocos.