El suicidio de un sacerdote es el desplome total de la espiritualidad de la Iglesia y evidencia los vacíos insondables que genera la incoherencia del mundo de la fe. Desorientados feligreses optan por alabar lo que critican, y criticar lo que alaban…
El Padre Rojas en Punta Arenas y el Padre Allendes en Santiago no son casos aislados en la Iglesia Católica en estos tiempos, obedecen a una muy profunda crisis valórica, moral y espiritual de una de las principales instituciones forjadoras de la cultura de occidente. Institución fundada por una mezcla del mundo pagano romano y los primitivos cristianos, continúa hasta estos días siendo la representante tanto de la espiritualidad cristiana, de indudable valor, como del oscuro paganismo. Mucha de su liturgia y ritos son esencialmente paganos, su lujo, su lujuria se nutre de ese paganismo del que nunca se ha alejado, como lo pretendió Martin Lutero, Calvino y los reformistas. La Iglesia católica siempre ha amado ser mundana y tener los goces del mundo del dinero y el poder, al mismo tiempo que “evangeliza” y predica la palabra de un hombre que habló de los pobres desde la pobreza. La sencillez y la simpleza de Jesús no la heredó la Iglesia Católica, que genera una multiplicidad de “intermediarios” entre Dios Padre y el Hombre.
Intermediarios de toda índole, cada uno “cobra una comisión” por hacerlo, los santos, las vírgenes, los ángeles, y hasta “las almas en pena” recaudan en este floreciente negocio de la fe, cual es una Gracia o don de Dios. Así las cosas, encontramos hombres “llamados” por el espíritu santo a formar parte de esta Iglesia, la cual se desarrolla a través de “pactos” confesionales como fueron los primeros Concilios, en uno de los cuales se sometió a votación la divinidad de Jesús de Nazaret. Es obvio que el ungido ganó la votación. La divinidad es del todo necesaria, ya que resulta indiscutible, es el dogma: crees o te vas. Al mismo tiempo la Iglesia, muy conocedora de la naturaleza humana, maneja dos aspectos vitales para cualquier mortal: el miedo y “el más allá” de la muerte. Esto está entrelazado. La “salvación de las almas” es una tarea singular y esta Iglesia declara ser “el camino” para lograrlo, para lo que dice poseer algunos “pases mágicos”, que no excluyen el hacerle donaciones en dinero a sus instituciones. El escándalo de la venta de indulgencias fue mundial, y con algo de pudor, se limitó, pero aún el Papa o Pontífice (título romano) las vende.
Estos hombres “llamados por Dios” a servir la Iglesia han cometido pecados mortales la vida entera, solamente que ahora con la revolución comunicacional, las cosas se sabes más, pero aún no todas. El caso Karadima no es aislado para nada, la vida entera que me eduqué cerca de colegios católicos, supe y viví estas degeneraciones. No olvido cuando en el internado del Seminario San Rafael en Valparaíso, había jóvenes sacerdotes que dormían con seleccionados alumnos, no olvido en el Colegio de los SS.CC. de Viña del Mar, el sacerdote rector del Colegio enamoró a una monja con la que después terminó casándose, lo vivido en la Compañía de Jesús ha sido objeto de varios escritos. Etc. etc. Los escándalos en Irlanda, Estados Unidos, Italia, son otros síntomas de una grave y crónica enfermedad espiritual de una institución que se dice asistida permanentemente por el espíritu santo, el que parece estar ocupado cuando suceden estas macabras y deleznables situaciones.
Para nada nos queda claro qué pasa con una entidad que conduce a sus valiosos sacerdotes al suicidio. Si se estudia con cuidado el caso del cura Rojas de Punta Arenas, resulta que este sacerdote salesiano seguía a sus alumnos a las discoteques y fiestas nocturnas, no se sabe si para controlar su moral o participar de ello, incluso recurría a Carabineros para perseguir el paradero de los alumnos. Esto el año 1990 fue reportado y el actual Obispo de la ciudad lo desconoce ya que dijo “estar en Europa”, donde la vida de los Obispos es mejor que en Chile. En el caso del Padre Rojas se agrava la situación cuando hay un alumno desaparecido en extrañas circunstancias, en las que la policía indaga la participación del religioso. El Padre Allendes, de 45 años, se ahorcó en su propia Parroquia la semana pasada, donde era un hombre muy querido por muchos, pero con una denuncia por abusos sexuales hacia un joven de 19 años. La familia de este religioso ha rechazado las versiones del Episcopado, y ya muerto el cura, la Iglesia le dará todo su apoyo y así ganará en imagen solidarizando con un religioso que ya no puede ni hablar ni ser sometido a la norma legal. Es casi lo mismo que se hizo con Monseñor Cox, Obispo de La Serena, a quien se le hizo desaparecer del país para evitar su procesamiento por actos inmorales con menores de edad que le servían de día como sacristanes y de noche como amantes. ¿Cuál es el lado positivo de todo esto? El debate público de estos hechos. La posibilidad de generar una moral pública y una ética religiosa que respete la dignidad de las personas que optan por creer en su Iglesia.
¡Antiguamente, quien se quitaba la vida no tenía entierro religioso, pero ahora toca enterrar religiosos suicidados !
Autor del artículo: Marqués Silva de Balboa
Publicado originalmente en elrancahuaso.cl