Llamaradas solares y terremotos: las causas invisibles de los desastres

La NASA captó esta monstruosa llamarada solar el pasado 24 de febrero. Fue captada en luz ultravioleta por el satélite de la NASA Solar Dynamics Observatory (SDO). El fenómeno, considerado de clase 3,6 M por su pico de flujo de rayos X -la letra corresponde a la segunda más potente de la clasificación de las llamaradas solares-, se apagó en una hermosa y agitada erupción de plasma, que se prolongó durante 90 minutos.

Por su parte, el satélite SOHO informó el pasado 10 de marzo de una gigantesca eyección solar. Su evolución puede verse aquí:

http://sohowww.nascom.nasa.gov/data/LATEST/current_c2.gif

Casi con toda seguridad, estas llamaradas o tormentas solares han sido las causantes del terremoto que devastó el pasado fin de semana parte de Japón, causando miles de muertos y desaparecidos, además de una catástrofe nuclear cuyas consecuencias, en el momento de escribir estas líneas, son totalmente imprevisibles.

Coincidencia entre la actividad solar y los terremotos

De a poco la ciencia va develando la relación oculta entre la actividad solar y los movimientos en las placas tectónicas. Una impresionante explosión solar fue captada el pasado 26 de febrero, que podría haber causado el terremoto del día 11 de marzo en Japón. ¿Cuál es la verdadera relación entre las tormentas solares y los movimientos tectónicos?

Los terremotos son un elemento de este mundo que ayudan a desatar eventos sísmicos que ocurren miles de millas más allá, algunas veces incluso meses más tarde. Horas después de que Japón sufriera un devastador terremoto de 9.1 este pasado viernes, erupcionó un volcán en la parte este de Indonesia, por ejemplo.

El terremoto japonés es sólo el último de una serie de eventos geológicos gigantes. Mirando atrás, una sucesión de grandes terremotos han tenido lugar durante los últimos 18 meses. El 21 de febrero, Nueva Zelanda sufrió su peor desastre natural en 80 años cuando un terremoto de 6.3 golpeó Christchurch, matando a más de 200 personas y causando enorme devastación. La misma región ya había sido golpeada por otro terremoto de 7.0 meses antes en Setiembre de 2010.

El 12 de enero de 2010 un sismo de magnitud 7.0 y con epicentro a 15 km de Puerto Príncipe hizo temblar la ciudad haitiana con inusitada fuerza. Ocho minutos más tarde, un nuevo temblor de magnitud 6.0, sacudía de nuevo la ciudad multiplicando los efectos del primer sismo. Los daños causados sobre este país, el más pobre de América Latina, han sido devastadores; más de 222.000 muertos, un número similar de heridos y un millón de personas sin hogar fueron sus consecuencias.

Un mes más tarde, exactamente el 27 de febrero, un fuerte terremoto de magnitud 8.8 y con epicentro a 300 kilómetros al sur de la capital chilena de Santiago, y el posterior tsunami provocado por las ondas sísmicas, redujo a escombros la mayor parte de la ciudad de Concepción y la desplazó 3 metros hacia el oeste, e inclinó 8 centímetros el eje terrestre , causando casi 500 muertos en toda la franja costera chilena y un número considerable de heridos.

En la  madrugada del viernes 11 de marzo, un terremoto de 9,1 en la escala de Richter devastó el norte de Japón, con una cantidad de muertos aún no precisada y miles de personas desaparecidas. En todos los casos, la influencia del sol parece haber sido notoria, aunque de manera sutil: sin ir más lejos, días atrás, hacia fines de febrero, una tremenda tormenta solar impactó el planeta, pudiendo dejar a las placas tectónicas vibrando.

En el video sobre estas líneas, se puede observar el gigantesco tamaño de la tormenta solar y la eyección de energía disparada en dirección a la Tierra, captada por la sonda de la NASA Stereo el pasado 26 de febrero.

Todos estos eventos ocurrieron en el Cinturón de Fuego del Pacífico, nombrado por los científicos por el gran número de terremotos y erupciones volcánicas que tienen lugar a lo largo de esta juntura de placas tectónicas en dicho océano. Aunque Haití no está en el Cinturón de Fuego del Pacífico, se encuentra en una línea de falla directamente conectada a éste.

Dos tercios de los volcanes mundiales están ocultos bajo el agua y están registrando una enorme actividad.

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