CÓMO DISTINGUIR LO ESPIRITUAL DE LO EXAGERADO

Sobre el supuesto exorcismo a una monja mexicana en un convento del sur de Chile

– Análisis desde la óptica de un exorcista laico e investigador espiritual –

Cuando uno se acerca a un relato espiritual con honestidad, lo primero es separar los datos comprobables de las emociones, los recuerdos o las posibles exageraciones. Ese es justamente el enfoque que tomé al revisar la historia que circula en redes sobre Kami, la joven que afirma haber vivido un exorcismo dentro de un convento en el sur de Chile.

EL CONVENTO SÍ EXISTE

Para empezar, existe una base real: el único convento de monjas mexicanas en el Sur de Chile es la comunidad de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, un monasterio de clausura femenina, que se estableció en Colonia Tres Puentes, Puerto Varas, el 5 de septiembre del año 2000. Así lo confirma la prensa local y las fuentes eclesiásticas de la arquidiócesis de Puerto Montt. Estas religiosas llegaron desde México con el propósito de levantar un monasterio dedicado a la adoración perpetua del Santísimo Sacramento, y desde entonces mantienen vida monástica estable, reconocida por la Iglesia y con presencia pública. Actualmente, se sabe que cuentan con unas 17 monjas, entre ellas varias vocaciones chilenas, y que su monasterio está plenamente articulado con la diócesis.

Estos son hechos verificables, publicados y contrastables. Y precisamente por eso son importantes: porque permiten medir el relato de Kami frente a una realidad concreta.

LA CIFRA DE 12

Según la narración que ella misma difunde, los acontecimientos ocurrieron en 2011, cuando acababa de cumplir dieciocho años y, según dice, fue aceptada en este convento de inmediato, sin proceso de discernimiento, porque “faltaba una para llegar a doce”. Afirma que había “nueve mexicanas y dos chilenas”, y que ella completó el número. Pero aquí ya aparece la primera inconsistencia: para 2011 la comunidad llevaba once años establecida en Chile. No era una fundación improvisada ni una casa en constitución, sino una comunidad consolidada. Por tanto, es poco creíble que justo entonces necesitaran una postulante para “completar el número de doce” y constituirse formalmente. Ese tipo de explicación, más que un dato, suena a recurso narrativo, una manera simbólica de decir “yo fui la elegida”.

AZOTES Y CASTIGOS

El relato continúa describiendo una vida conventual extremadamente rígida, castigos físicos, aislamiento total y hasta prácticas de flagelación. Si bien no es imposible que existan comunidades con disciplina severa, en la actualidad ese tipo de penitencias son excepcionales y reguladas. La Iglesia católica, desde hace décadas, prohíbe toda forma de mortificación corporal impuesta a otras personas. Que una postulante haya sido testigo de azotes y castigos prolongados es algo que, de existir, habría provocado una investigación canónica; sin embargo, no existe registro alguno de denuncias, sanciones o investigaciones relativas a ese monasterio.

EL SACERDOTE «EXTRANJERO»

A partir de ahí, la historia se adentra en el terreno de lo sobrenatural: ruidos nocturnos, puertas que se mueven solas, presencias en la habitación y un exorcismo que habría durado cinco días. Según Kami, un sacerdote extranjero, que casualmente estaba de paso, identificó un demonio detrás de ella, pidió permiso al obispo y realizó un exorcismo dentro del claustro. En la práctica, eso no ocurre así. Un exorcismo no puede improvisarse: requiere una investigación previa, exámenes psicológicos y autorización escrita del obispo. Los exorcistas oficiales son sacerdotes designados expresamente, y el acceso a un convento de clausura está sometido a reglas muy estrictas. La descripción de un cura visitante que en una semana organiza y ejecuta un exorcismo completo dentro del claustro es incompatible con los protocolos reales de la Iglesia.

PELÍCULAS COMO REFERENTES

Más aún: durante su relato, Kami mezcla episodios que recuerdan directamente a películas conocidas. Habla de movimientos “como en El exorcismo de Emily Rose”, de visiones “como el mundo del revés de Stranger Things”, y de almas atrapadas “como las de La Sirenita”. Estas referencias culturales no son detalles menores: son una huella de que su imaginario espiritual está filtrado por el cine contemporáneo. Es posible que haya vivido experiencias subjetivas intensas, pero el modo en que las traduce y narra se apoya en imágenes aprendidas, no en una teología ni en la tradición mística católica.

El relato incluye también el recurso clásico del “diario que se quemó”, una manera de justificar la ausencia de pruebas. Cuenta que escribió todo durante su estancia, pero que ese cuaderno desapareció en un incendio al regresar a casa. De nuevo, el detalle dramático funciona muy bien en un guion, pero deja el testimonio sin respaldo documental alguno.

MÁS DISCREPANCIAS

Cuando uno contrasta lo que ella narra con lo que se sabe del convento, surgen todavía más discrepancias. Las monjas que ella describe como un grupo cerrado, sin vínculo con la diócesis, aparecen en la realidad plenamente integradas a la Iglesia local, con misa de aniversario presidida por el arzobispo. El convento que ella pinta como un enclave oculto y sectario es, en los hechos, un monasterio conocido, bendecido y visitado por fieles. Y los supuestos fenómenos de posesión y exorcismo jamás fueron mencionados por ninguna fuente periodística, diocesana o civil.

En su relato, Kami termina diciendo que al salir del convento la superiora la amenazó con que “nadie le creería” y que el demonio estaría esperándola como un perro hambriento. Esa frase, más allá de su literalidad, es lenguaje típico de manipulación sectaria: el “sin nosotros te destruirás” que tantas veces se ve en grupos de control religioso. Pero incluso ese detalle, plausible en un contexto tóxico, queda perdido entre los efectos especiales del resto de la historia.

UN PATRÓN APRENDIDO

En los últimos capítulos, ya fuera del convento, aparecen nuevos episodios sobrenaturales: personas cuyas caras se deforman, gatos que perciben presencias, visiones del purgatorio, almas que cruzan, y finalmente otra chica poseída en un segundo convento. Todo se repite. En términos psicológicos, eso sugiere que la narradora reproduce el patrón aprendido: donde va, se manifiesta el mal; donde ella llega, hay posesión. No se trata de falsedad consciente necesariamente, sino de una estructura narrativa que refuerza su papel central y su identidad de “elegida luminosa”, en oposición a un mundo infestado de oscuridad.

Cuando uno junta todo esto, el resultado es claro: hay un contexto real —una comunidad existente, una cronología verificable—, pero la versión que Kami presenta es una mezcla de vivencias personales, distorsiones emocionales y elementos cinematográficos. Es, probablemente, un relato nacido de una experiencia espiritual intensa y confusa, transformado con los años en una historia narrativamente perfecta para redes.

NO JUZGO, SÓLO VERIFICO

Como investigador espiritual y con el respaldo de muchos años de experiencia en estos temas, no me corresponde juzgar su fe ni su sufrimiento, pero sí distinguir lo verificable de lo inventado. Y aquí lo verificable termina muy pronto. Lo demás pertenece al terreno de la interpretación, la memoria y la sugestión.

En definitiva, esta historia enseña por contraste lo que siempre deberíamos recordar: lo espiritual existe, pero no todo lo que se cuenta es espiritualidad.

Cuando un testimonio encaja demasiado bien con las películas, cuando los detalles comprobables se contradicen, cuando todo gira en torno al “yo” iluminado que vence al demonio, es momento de aplicar el discernimiento.

Creer no significa renunciar a pensar.
Y el discernimiento —hoy más que nunca— es la forma más madura de fe.

CONSIDERACIONES FINALES

Ella nunca dice el nombre del convento ni la ciudad, pero quienes conocemos la vida religiosa en Chile sabemos que solo hay una comunidad de monjas mexicanas de clausura en el sur del país.
Eso significa que, aunque no lo diga, todos entendemos a quién se refiere.
Y lo curioso es que ese convento sí existe, sí está bajo la autoridad de la Iglesia, y no hay ningún registro de los hechos extraordinarios que ella relata.
Por eso digo que esta historia parte de un lugar real, pero se construye con elementos que no se sostienen cuando uno los contrasta con la realidad.

En los próximos días compartiré una serie de tres videos donde analizo este caso con calma, desde la experiencia y sin juicios, para que cada quien aprenda a discernir entre lo espiritual y lo exagerado. Al final, esto es lo realmente importante.

(Imagen referencial, tomada de la red)
©Josep Riera 2025

Deja un comentario