La inutilidad del nuevo Ritual de Exorcismos

La Iglesia nunca ha sido muy detallada a la hora de hablar sobre el diablo. La existencia de Satanás no es un dogma. La liturgia sólo lo menciona para expulsarlo. En el nuevo ritual de exorcismos del año 1999, las fórmulas de exorcismo ya no se dirigen a Satanás, sino a Dios. Las normas e instrucciones de este nuevo ritual hacen hincapié en el discernimiento, calificado como obligatorio y siempre previo al «gran exorcismo», que sólo se realizará, según se indica, en casos excepcionales.

Hasta ahora, tres signos permitían distinguir la intervención diabólica: «el hecho de hablar en lenguas desconocidas, de revelar cosas ocultas o lejanas y de mostrar una fuerza incompatible con la edad y la salud». El nuevo ritual hace aún más raros los casos de posesión al añadir un cuarto signo: la expresión de una «aversión visceral a Dios, al santísimo nombre de Jesús, a la Santísima Virgen María y a los santos, a la Iglesia, a la Palabra de Dios, a los ritos, especialmente a los sacramentos, y a las imágenes sagradas».

Por estas y otras razones, muchos exorcistas en todo el mundo, tanto religiosos como laicos, seguimos utilizando el viejo Ritual de Exorcismos del año 1614, cuyas oraciones son mucho más fuertes y poderosas. Incluso el mismo padre Gabrielle Amorth, quien fuera exorcista oficial del Vaticano y fundador de la Asociación Internacional de Exorcistas, criticaba con suma dureza el nuevo ritual, calificándolo prácticamente de «inútil» a la hora de enfrentarse a una posesión demoniaca, y seguía utilizando, como también hacemos nosotros, las antiguas oraciones en latín.

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