
Los malos espíritus están siempre atentos para aprovecharse de nuestros errores y debilidades. Y con preferencia, se acercan a quienes están deseosos de adquirir «poderes extraordinarios» que les permitan destacarse sobre los demás.
Los espíritus oscuros se aproximan a las personas que poco o nada tienen de conocimiento y vida espiritual, pero que ansían «canalizar» energías y fuerzas desconocidas, tentadas por su Ego espiritual que les lleva a erróneos planteamientos.
Con frecuencia, los espíritus negativos rondan a estas personas incautas, imprudentes e ignorantes, que a ojos cerrados y sin pensar siquiera en los muchos peligros a los que se arriesgan, buscan convertirse poco menos que en magos o brujos, cuando no en «expertos» terapeutas, gurúes o iluminados.
De ahí a que esas personas acaben padeciendo parasitaciones, obsesiones de diversa índole e incluso sufriendo posesiones, no hay más que unos pocos pasos.
Toda persona que se mete en este terreno tan resbaladizo de lo esotérico, que no tiene conocimientos espirituales -y a veces ni siquiera de otro tipo- y que se pone a hacer cosas raras, muy a menudo sufre algún tipo de influencia negativa y perjudicial por parte de los espíritus impuros.