Nuestra experiencia por los numerosos casos tratados, nos permite afirmar algo que a muchas personas les cuesta entender, y menos todavía aceptar.
Y es que, cuando una persona está bajo la opresión o la influencia de un demonio o de un mal espíritu, en muchas ocasiones otros demonios o entidades parecidas se juntan en ella.
Como ejemplo, un espíritu de avaricia también trae consigo a otros espíritus similares, tales como el de vanagloria, el de soberbia, el de blasfemia, el de ingratitud, etcétera…
Y así, la persona afectada por uno puede llegar a estar, sin saberlo, contagiada por otros varios espíritus que ejercen e incrementan, todos juntos, su ya de por sí negativa influencia.