En estos días pre navideños, es necesario tener en cuenta que la acción tentadora del demonio, en todos los ámbitos, se hace más intensa. Y hay que constatar, asimismo, que el trabajo del exorcista no se detiene tampoco.
Expulsar un demonio o un mal espíritu del cuerpo de una persona es algo mucho más común de lo que el común de la gente piensa. Este trabajo de caridad espiritual llega a ser, y realmente es, extenuante y agotador.
El proceso de exorcismo o de liberación no es sencillo, y muchas veces es necesaria más de una sesión. Y en no pocas ocasiones, la persona afectada llega a nosotros después de haber visitado distintos especialistas médicos, que no han podido encontrar respuesta a su situación ni a su problema.
Algunos de los síntomas que muestran una posesión o contagio, suelen estar relacionados con visiones, pesadillas, problemas diversos de salud (física, mental o espiritual), situaciones anormales y extrañas en sus propias casas, etcétera.
Un exorcismo es un ritual muy serio y profundo, en el que son requisitos fundamentales la fe y la oración. En no pocos casos, hasta que no se inicia el ritual, o en otros hasta que la sesión está bien avanzada, no se tiene la certeza de si la persona está poseída o no. Y además se requiere -no nos cansamos de recordarlo- que un médico haya previamente descartado que la persona pueda sufrir cualquier tipo de enfermedad.