
Desde que se tiene noticia de las primeras creencias de los hombres primitivos, ha sido
común encontrar en las diversas culturas, la certeza de que las enfermedades mentales (y muchas otras enfermedades) eran enviadas por los dioses. Además toda clase de desgracias eran atribuidas a acciones del diablo.
También era común en las culturas primitivas de que, para el tratamiento, era necesaria la liberación de poderes divinos,uso de artes mágicas y especialmente el poder atribuido a la pronunciación de determinadas palabras, fenómeno que parece ser común a todas las religiones del mundo, ya sea en forma de gritos, encantamientos, órdenes a los espíritus para que abandonen al pacientes, exorcismos o plegarias a través de fórmulas penitenciales por las que se solicita el perdón a la divinidad ofendida.
A menudo, estas palabras van acompañadas de movimientos como imposición de manos, gestos y danzas rituales realizadas por el chamán. Así mismo, en plan preventivo, se han utilizado objetos mágicos, amuletos, talismanes que simbolizan el poder, y fetiches que representan a
la deidad protectora.
Dos mil años antes de Cristo, se intentó a través de la demonología explicar la causa de las enfermedades y sus síntomas, modelo desarrollado y sistematizado en Mesopotamia pero difundido popularmente en todo el mundo.
Entre el año 1500 –1050 AC, para la medicina oriental la enfermedad se considera castigo enviado de antepasados o encantamiento de seres malvados. Se originan también los ritos en masa y las conversiones. Sacerdotes especiales, designados por el símbolo WU, actuaban como
exorcistas y llevaban a cabo ceremonias especialmente dirigidas a hacer propicios los
ancestros. En la cultura del Valle del Indo, se hallan amuletos en las excavaciones lo
que permite deducir que medios de curación y prevención mágica eran los más usuales. Con la colonización por los indoeuropeos arios, se impone el tipo de medicina basado en la demonología.
Bajo este concepto, la demonología atribuye cualquier cambio del cuerpo sin causa exterior reconocible, a la intervención de seres sobrenaturales demonios o espíritus, de tal manera que la única manera para evitar estos procesos era mediante el cumplimiento de las reglas sociales y leyes religiosas. Cuando alguien estaba poseído por el demonio se le consideraba impuro además de contagioso. El espíritu protector se había retirado.
En esta misma cultura mesopotámica, se conocían diferentes maneras para hacer salir los demonios y ahuyentarlos, alejándolos de la casa mediante rituales. Los conjuradores moldeaban en arcilla las figuras de los demonios y a ellas les hacían ofrendas de alimentos y otras cosas. Luego estas figuras eran juzgadas por el dios sol y el Shamash (dios de la Justicia), y se destruían y enterraban sus restos. Para esta cultura existían el demonio Asakku, o también Pazuzu, que ocasionaba fiebre y enflaquecimiento, y el Ahhazu se manifestaba a través de enfermedades del hígado.
Pazuzu es el rey de los demonios del viento, hijo del dios Hanbi, en la mitología sumeria, asiria y acadia. Para los sumerios, también representaba el viento del suroeste, que traía las tormentas, y también el portador de la peste y las plagas, del delirio y de la fiebre.
En la cultura india, según los vedas, el origen de las enfermedades se consideraba igualmente un castigo divino provocado por espíritus malignos, Takman es el dios responsable de la fiebre. La manera de alejar estas enfermedades era mediante oraciones, conjuros y amuletos.