Los misterios del cristianismo místico

Eran los esenios una oculta Fraternidad hebrea ya existente desde muchos siglos antes de la época de Juan. Tenían su sede en la costa oriental del Mar Muerto, aunque su influencia se extendía por toda Palestina y en todos los desiertos moraban sus
ascéticos hermanos. Muy estrecha era la regla de la Orden y sus ritos y ceremonias de muy superior grado oculto y místico. El neófito había de pasar un año de postulante y después dos de noviciado antes de profesar. Necesitaba pasar algún tiempo para ascender de grado y para los superiores se exigía además del tiempo, positivo conocimiento, poder y obras concretas.

Como en todas las genuinas órdenes ocultas, el candidato debía «lograr su propia salvación», pues de nada absolutamente valían el favor ni el dinero. Tanto el neófito como el iniciado y el maestro de grado superior debían absoluta obediencia a las reglas de la Orden, absoluta pobreza de bienes materiales y absoluta continencia sexual. Así se comprende la repugnancia que las solicitaciones amorosas de Salomé inspiraron a Juan, quien prefirió perder la vida antes de romper los votos de su Orden.

Una de las ceremonias de los esenios era el bautismo, que literalmente significaba «inmersión en agua», y se administraba a los novicios con solemne ritual. El místico significado de la ceremonia, que aún hoy comprenden todas las órdenes ocultas, formaba parte del ritual de los esenios, como peculiar característica de su orden.

La práctica del bautismo por Juan durante su ministerio y su posterior adopción por laIglesia cristiana, aunque hoy día se ha substituido por el derrame del agua en sólo la cabeza del niño, constituye un evidente enlace entre los esenios y el cristianismo, en el que imprime firmemente el sello del misticismo y ocultismo, a pesar de que la generalidad de las gentes no lo admitan, llevadas de su ignorancia y materialistas propensiones.

Los esenios creían y enseñaban la doctrina de la reencarnación, la inmanencia de Dios y muchas otras verdades ocultas […] Por mediación de su egregio hermano Juan el Bautista, la Orden transmitió sus enseñanzas a la primitiva Iglesia cristiana, injertándose así permanentemente en una nueva planta religiosa que a la sazón aparecía en el escenario del mundo.

=Fragmentos de ‘Cristianismo Místico. Las Enseñanzas Internas del Maestro’, de Yogi Ramacharaka=

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