
Meditando esta mañana, no pude evitar distraerme unos instantes pensando que la vida moderna apenas tiene en cuenta y no da importancia a tres de las virtudes y valores humanos que yo considero esenciales: el silencio, la soledad y la meditación.
Estamos llenos de ruido, de gente por todas partes y en todo momento, y no nos permitimos siquiera «el lujo» de dejarnos siquiera un minuto para la paz interior.
El silencio interno es la puerta a la vida interior y se necesita abrirla diariamente, aunque sólo sea durante un pequeño periodo de tiempo. Es la actitud que tienen las personas que quieren buscarlo, para encontrarse a sí mismos y disfrutar de la soledad, interna o externa y así poder meditar.
La antítesis del silencio es el ruido, interior y exterior, el hablar por no callar. Para lograr el silencio, hace falta practicar en acallar el ruido que producen nuestros pensamientos, pasiones y sentimientos, que nos dificultan el escuchar a nuestra propia conciencia sobre los problemas, preocupaciones y otras cuestiones personales.
La sociedad moderna en la que todos estamos inmersos, desconoce lo que es el silencio. Si se pregunta a alguien al azar, cuando estuvo la última vez en un lugar donde había silencio, seguramente contestará que cuando visitó un hospital, un cementerio o un claustro, pero a veces ni siquiera eso es posible.
Trata de encontrar siempre tiempo para tu silencio interior. Sólo ahí es donde te encontrarás realmente contigo mismo.