
El diablo y el Mal están en el mundo porque Dios deja que se manifiesten. Estoy seguro de que una de las cosas que más rabia le da al Adversario (ya que eso significa la palabra Satanás) es que el Creador se valga de él para ponernos a prueba. A todos.
Todos somos puestos a prueba. Incluso los exorcistas, que también nos enfermamos y a quienes el demonio no deja en paz y nos molesta de distintas e insidiosas formas. Dios nos pone a prueba a nosotros y nos hace experimentar también el sufrimiento, para que podamos compadecernos de nuestros semejantes.
Las autoridades eclesiásticas -tengo que decirlo muy claro- no experimentan tales cosas, porque ellos viven muy cómodos sentados detrás de sus escritorios. Cada vez hay más acciones del diablo en el mundo, y cada vez la Iglesia católica es más inofensiva ante esas fuerzas del mal.
La Iglesia actual, por temor a ser tachada por excesos como los cometidos antaño por la Inquisición (que realmente fue una vergüenza histórica), lo que no puede hacer es pasarse al lado contrario, al del racionalismo, hasta el punto de llegar a negar la existencia del diablo o no enseñar siquiera a sus soldados, los sacerdotes, el imprescindible latín o no dotarlos de las armas necesarias para este combate espiritual que hay que mantener a diario contra el Maligno.
El diablo lo sabe, y se ríe en la propia cara de los sacerdotes que hoy día no creen en su existencia. ®TLI -J.R.