Licaón: la maldición del primer hombre lobo

A tenor del reciente estreno en Netflix de la excelente película «Werewolf by night», un auténtico y bien realizado homenaje a uno de los míticos (y para mí más queridos) monstruos de Universal Pictures, he querido elaborar un artículo sobre el origen del mito del hombre lobo, o licántropo.

Y ello, porque considero no sólo interesante sino también necesario, conocer cuanto más mejor sobre estos seres fantásticos arraigados en lo más oculto de nuestro mundo, figuras arcaicas que se resisten a desaparecer devoradas por la cultura de masas, por la ciencia y la modernidad.

Estudios literarios y antropológicos señalan que el origen mitológico del hombre lobo se halla en la cultura y la mitología griegas. Y es que podemos encontrar al primer hombre lobo de la historia en Arcadia. Concretamente fue el rey Licaón (también conocido como Lycaon).

Existen al menos dos historias o leyendas distintas, que tratan de explicar la razón por la que este rey terminó sus días convertido en uno de los más fabulosos monstruos de la imaginería popular.

En una versión, Licaón era un rey culto y virtuoso, que tenía cincuenta hijos. Era muy querido por su pueblo, al que hizo abandonar la vida salvaje que habían venido llevando hasta entonces. Licaón fundó una de las ciudades más antiguas de Grecia, Licosura y allí erigió un altar en honor de Zeus Lykaios en la cima de la montaña Licaón (tenía el mismo nombre que el rey).

El problema era que en el altar realizaba sacrificios humanos para agradar al dios, quebrando la necesaria buena voluntad entre las personas y la ley no escrita de la hospitalidad con los extranjeros.

Resulta que Zeus, que no debía tener muy claro que esta costumbre existiera, fue a hospedarse al hogar de Licaón como si fuera un peregrino cualquiera. Este se dio cuenta de que era el dios y en lugar de sacrificarlo, prefirió invitarlo a cenar y le sirvió lo que tocaba en el menú del día: humano mezclado con un poquito de carne de animal.

Zeus, enfadadísimo, lo convirtió en el primer hombre lobo y no sólo a él sino también al resto de sus cincuenta hijos que, al parecer, eran unos impíos.

Sin embargo los arcadios hicieron caso omiso a la maldición y continuaron sacrificando anualmente humanos a Zeus Lykaios en su altar. Cuando esto sucedía uno de los presentes se convertía en lobo después de probar la carne que contenía restos humanos.

Esa transformación no siempre era definitiva y si durante nueve años no consumían carne humana podían volver a recuperar su humanidad; pero si durante ese plazo contravenían la norma, estaban condenados a aullar y vagar como lobos el resto de su existencia.

La otra leyenda no deja bien a Licaón ni en un primer momento, lo describe como un rey extremadamente malvado. Resulta que tenía una hija hermosísima (además de otros cuarenta y nueve) llamada Calisto. Ella había hecho un juramento a la diosa cazadora Artemisa, el de mantenerse virgen hasta el fin de sus días, como la propia diosa.

Sin embargo Zeus puso sus ojos en ella y comenzó a cortejarla hasta que la muchacha cayó rendida a sus encantos. Otra versión habla de violación, lo que todavía empeora más la situación de Calisto. Hera, la esposa de Zeus, presa de los celos buscó a la pobre muchacha para vengarse de ella.

Zeus la quiso proteger escondiéndola de su hija Artemisa y su esposa Hera y la convirtió en una osa para que no la encontraran. Artemisa, enfadada por la traición al juramento prestado la convirtió en una osa. Y Hera, para dañarla y convertir a la hermosa doncella en un animal al que los hombres temieran, la convirtió en… sí, lo han adivinado, una osa. Cuando Licaón supo lo que había pasado a la pobre muchacha, la ignoró dejándola desprotegida.

Zeus, que a pesar de todo debía amar de alguna forma a Calisto, la elevó a las estrellas convirtiéndola en la Osa Mayor. Así la joven ascendió a los cielos, no sin que antes le practicaran una cesárea, para extraerle al hijo que habían concebido en su noche de pasión. El nombre del niño era Arcas y Zeus lo dejó bajo la custodia de su horrible abuelo Licaón que odiaba al niño.

Al cabo del tiempo Zeus, desconfiado o curioso decidió visitar la tierra para saber más cosas de los hombres. Haciéndose pasar por peregrino bajó del monte Olimpo a Grecia donde pasó a visitar a Licaón. En esta otra leyenda Licaón, además de ser rey, tenía una posada en la que sólo la mitad de las personas que entraban volvían a salir. Y no es que la comida fuera mala, es que cocinaba a la mitad de quienes entraban.

Zeus quedó espantado, pero no sólo porque sirvieran humanos, sino porque Licaón había tenido la idea de servirle a su nieto Arcas como menú principal.

La reacción de Zeus no se hizo esperar y como en la otra leyenda, convirtió a Licaón y sus 49 descendientes en hombres lobo.  Zeus recompuso los pedazos del niño muerto. Después se lo entregó a un pastor para que lo cuidara. Con el tiempo, Arcas ascendió al trono y gobernó sabiamente, enseñando a súbditos a hacer pan. El muchacho no se convirtió en hombre lobo, así que posiblemente muchos dejarían atrás esas costumbres caníbales ancestrales.

No es sino hasta la edad media cuando el fenómeno de los hombres lobo pasa a ser parte de las leyendas populares. Su principal foco fue el centro y norte de Europa. A partir de esa época, los cuentos de hombres que se transformaban en lobo eran comunes y la gente tenía tanta fe en ellos que ni siquiera se atrevía a salir de noche al bosque. Hay que recordar que en aquellos tiempos los lobos auténticos eran comunes y no era raro que atacaran a las personas.

Más tarde los lobos fueron cazados y exterminados en gran parte de su área de distribución, pero el temor a los hombres bestia siguió igual de fuerte que antes, por lo que la macabra leyenda subsiste hasta nuestros días.

Y no sólo hay hombres lobo, sino también mujeres. Según las creencias armenias, hay mujeres que a consecuencia de cometer pecados mortales están condenadas a pasar siete años bajo la forma de un lobo. Un espíritu llega a tales mujeres y les da la piel de lobo. Éste les ordena ponérsela, y tan pronto como lo hacen aparecen marcas de lobo en su mano derecha.

Y es así como con cambios, mutaciones y diversas variaciones ha llegado la leyenda del hombre lobo hasta nuestros días. La historia vagó primero de boca en boca, ante las hogueras para entretenimiento y horror de quienes prestaban atención. Después los hombres lobo vivieron y siguen viviendo en los libros que tejen historias que no te permiten dormir, y por último en películas, en la que los hombres y los lobos están dispuestos a hermanarse en la maldición de la supervivencia, con o sin Zeus, con o sin Licaón.

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