Los gatos de Howard Phillips Lovecraft

PEQUEÑO HOMENAJE A LOS GATOS DE H.P.LOVECRAFT


«…Entonces, a través de aquellas tinieblas estrelladas, le llegó un sonido familiar (…) Era el maullido del gato a medianoche, y Carter comprendió por fin que las gentes del pueblo tenían razón cuando decían en voz baja que los gatos son los únicos que conocen las regiones misteriosas, y que los más viejos las visitan a escondidas, por la noche, saltando a ellas desde los más elevados tejados. En verdad, es a la cara oscura de la luna adonde van a saltar y retozar por las colinas, y a conversar con sombras antiguas…»

El fragmento anterior, y también el que seguirá, pertenecen -como muchos de ustedes deben saber- al relato «En busca de la ciudad del sol poniente», incluido en la obra «Viajes al otro mundo. Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter» (Alianza Editorial, Madrid, 1971), uno de los libros más fantásticos y singulares del que fuera denominado «mago de los sueños» y también gran maestro del terror: Howard Philips Lovecraft.

En la luna, satélite al que los sueños han llevado a Carter, y donde el viajero onírico debe enfrentarse a no pocos terrores y pesadillas, los gatos le ayudan a combatir y deshacerse de seres fabulosos y malévolos, algunos de ellos con forma y apariencia de sapos semihumanos.

«…Finalmente, el horror y la fatiga le cerraron los ojos, y cuando los abrió nuevamente, se vio inmerso en una escena extraña. El gran disco resplandeciente de la Tierra, trece veces mayor que el de la luna tal como nosotros la vemos, derramaba torrentes de inquietante luz sobre el paisaje lunar. Y a través de leguas y leguas de meseta salvaje y de crestas desgarradas, se extendía un mar interminable de gatos alineados en círculos concéntricos (…) Carter habló entonces con los jefes en el suave lenguaje de los gatos y se enteró de que su antigua amistad con la especie gatuna era muy conocida y comentada en todo lugar donde los gatos se reunían (…) Tras una breve deliberación entre los generales, los gatos se levantaron y cerraron filas en torno a Carter para protegerle. Se prepararon para dar el gran salto a través del espacio y regresar a los tejados de nuestra Tierra y de la región terrestre de los sueños. El viejo mariscal de campo aconsejó a Carter que se dejara llevar tranquila y pasivamente por la masa compacta de saltadores de sedoso pelaje, y le explicó cómo debía saltar cuando saltaran los demás, y cómo aterrizar suavemente cuando el resto lo hiciera (…)»

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