La ancestrología es una terapia que en nada ayuda para sanar traumas y abusos sufridos en la infancia

En nuestra dilatada experiencia como sanadores espirituales e hipnoterapeutas, hemos visto y atendido tantos casos de progenitores y antepasados tóxicos, maltratadores, violadores y castigadores, que han dañado tanto a sus hijos/as, causando daños sicológicos y emocionales que afectan la vida completa de las personas incluso cuando ya son adultas, que de ninguna manera podemos aceptar ni estar de acuerdo con los postulados de la ancestrología. Una técnica, terapia o lo que sea, que con eso de «abrazar a tus ancestros» y propuestas similares, en nada ayuda a la persona a la hora de sanar las trancas que padece por los abusos de todo tipo sufridos en su infancia. Quiero decirlo muy claro: en todos estos casos difíciles y traumáticos, la tan en boga y tan publicitada ancestrología no sirve de nada.

Traumas que pueden generar contagios espirituales

En un elevado número de casos que hemos atendido, en los cuales los pacientes, en su mayoría personas relativamente jóvenes (entre los 18 y los 40 años), padecen alguna patología o desorden mental (esquizofrenia, bipolaridad, depresión, crisis de angustia o ansiedad etc.) diagnosticada por especialistas, nos preocupa mucho el hecho de que en la consulta, ya sea durante una sanación espiritual, una terapia de liberación o en una sesión de regresión hipnótica, hemos constatado una terrible y preocupante realidad: Una gran parte de esas personas afectadas mental y psicológicamente, en su niñez, infancia o adolescencia fueron abusadas y/o violadas, a veces reiteradamente y a lo largo de años, por alguno de sus padres, abuelos, tíos u otros parientes cercanos. Esas violaciones y abusos crean serios traumas en la mente y en la estabilidad emocional de la persona. Y con el tiempo, aparte de afectarla en todos los ámbitos de su vida, facilitan el ingreso en ella de entidades negativas, vampiros energéticos que la dañan todavía más. Incluso, en algunos casos graves, nos hemos encontrado con auténticas posesiones de malos espíritus, que habían entrado en la persona a causa de su debilidad espiritual y emocional, originada precisamente por esos abusos o violaciones en su infancia.

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