
De regreso a casa tras realizar un servicio fuera de Santiago, por haber visto mi maletín de trabajo y conocer mi profesión de exorcista, una persona sentada a mi lado en el bus entra en confianza conmigo y me cuenta que en su casa ya no hay paz y todo son discusiones, peleas y conflictos, desde que un familiar hizo rituales angélicos.
Adorar, llamar o invocar a los ángeles, insisto una vez más, es muy peligroso. Muchos ángeles caídos, seres de oscuridad, se hacen pasar por ángeles de luz. Estas entidades negativas se aprovechan de que las personas no conocen las Escrituras y no saben que los verdaderos ángeles leales al Padre jamás dan instrucciones, jamás canalizan, nunca influyen, nunca hablan a través de psíquicos, etcétera; y que si ayudan en algunos casos muy concretos, será siempre de manera muy discreta.
Los ángeles caídos siempre se presentarán como algo que la persona esté receptiva a aceptar, ya sean extraterrestres, ángeles de Luz, familiares, maestros ascendidos, santos… incluso se han hecho pasar por otros humanos (gurús o personas conocidas o importantes en la vida de la persona). La angelología de la Nueva Era es una gran trampa espiritual. Y todo es, reitero, por desconocimiento de las Escrituras y de lo que un verdadero ángel de Dios hace y no hace.