«El Reino está dentro de ti»

«Buscar primero el reino de Dios». A esta frase de san Mateo (6, 33) sigue ésta de san Lucas (17,21): «El reino de Dios está dentro de vosotros». Así, el cristiano está informado de que debe buscar antes que nada el reino, y que éste se encuentra en él. Estos dos textos engloban la vida cristiana. Es a partir de ellos que la aventura cristiana comienza y se despliega.

Respondiendo a esta invitación, el ser humano de buena voluntad se pregunta: ¿dónde situar este «dentro»? ¿cómo alcanzarlo? ¿cuál es la vía más corta para descubrir este reino? Que el hombre se extienda en preguntas múltiples y ociosas, y helo aquí perdido. Lo importante es ponerse manos a la obra y buscarlo. Antes que nada el buscador descubre su amplitud, la siente confusamente sin poder llegar a circunscribirla. Una tal visión es justa, ya que la interioridad está privada de límites. Que él ceda al vértigo nacido de la consciencia de esta «vastedad», y se encontrará dando vueltas alrededor de sí mismo, sin poder llegar a penetrar al interior de su inmensidad. «La belleza de la hija del rey está dentro» le enseña el salmista (Sal. 45,14). El reino es belleza, y el buscador, quedando enamorado de esta belleza que él ignora todavía, pero que se sitúa en él, va a coger el camino del amor. Es la vía más corta, y su amor podrá transformarse poco a poco en conocimiento.

Pero antes que nada, el hombre, más aún, todo ser humano, experimenta su ignorancia, que es trágica y desesperada: él constata que no se conoce. No posee en efecto ninguna experiencia de su propia realidad. Antes de emprender su viaje al interior, le es importante saber quien es él. (…)

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