La ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento.
Las leyes de la magia son muy claras y deben siempre respetarse. Por ello el arte, los conocimientos y las prácticas de esta ciencia conllevan y exigen años de estudio, trabajo y esfuerzo a quienes se dedican a ella con total seriedad y profesionalidad.
Esto que es tan básico y elemental parecen no entenderlo quienes, mal informados, peor aconsejados o creyéndose ya «brujos/as» tras haberse leído a la apresurada un par de libros o haber realizado uno de esos infames talleres de fin de semana que tanto se publicitan, se ponen tan alegre como inconsciente e irresponsablemente a practicar o realizar hechizos y rituales de todo tipo, sin medir las consecuencias de sus actos y los riesgos que corren por jugar con fuego.
Una de las más peligrosas consecuencias de lo antes expuesto, es que esos rituales incompleta o incorrectamente realizados abren con mucha facilidad portales al Más Allá y facilitan el contagio y la parasitación por parte de espíritus malignos o, cuanto menos, negativos, que se quedan enquistados en la persona, la familia o la casa y que luego no es nada fácil sacar.