
LA IMPOSICIÓN DE MANOS DEL PUEBLO JUDÍO
Jesucristo usó la imposición de manos para sanar enfermos, bendecir niños, echar fuera demonios, etcétera.
Mucho tiempo antes, los judíos en su peregrinar por el desierto, usaban la imposición de manos para transferir el poder o autoridad de una persona sobre otra. Pero también con una finalidad bien distinta.
El pueblo judío celebraba el «día del arrepentimiento» o «día de la expiación», en el cual un sacerdote imponía las manos sobre las cabezas de dos machos cabríos (ver Levítico, 16, 1). Uno de ellos era sacrificado a Jehová. El otro era enviado a Azazel.
Con este acto, acompañado de las invocaciones adecuadas, los judíos creían que los pecados del pueblo eran transferidos al macho cabrío (chivo expiatorio) destinado a Azazel, y al enviarlo lejos y abandonarlo en el desierto, el animal regresaría todos esos pecados al lugar de donde provenían: el refugio del demonio de ese nombre, compañero de la súcubo Lilith según las tradiciones rabínicas.
Así pues, había dos tipos distintos de imposición de manos, la que tenía lugar con fines sacrificiales para Jehová y la que se hacía para cargar al macho cabrío con todos los pecados del pueblo judío.
(Pobre animal, por cierto, tan injustamente maltratado y vilipendiado).
Y de esa misma tradición del cabrón cargado de pecados, nacerían después las representaciones de los demonios con cuernos en sus cabezas y pezuñas hendidas.
LA REVELACIÓN DE USUI: NO DESCUBRIÓ NADA NUEVO
Mucho tiempo después, ya en el siglo XIX de nuestra era, un monje cristiano llamado Mikao Usui, que también era un gran estudioso de la filosofía budista, recibió presuntamente su ‘satori’ en un monte, logró la plena iluminación, vio bajar ante él unas hermosas luces y así le llegó la revelación de cómo canalizar la energía universal, a la que llamó reiki. (Todo lo anterior, según la leyenda existente en torno a Usui, que como todas las leyendas tiene mucho de fantasía y poco de realidad).
Pero Usui, en todo caso, no inventó nada, no descubrió nada nuevo. Dice el Eclesiastés (1,9): «¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol».
HAY UN REIKI DE LUZ Y UN REIKI DE OSCURIDAD
Y al igual que hay una imposición de manos (llámenla reiki, healing touch o con la denominación que quieran) para agradecer a Dios o para sanar y expulsar demonios, como la que hacía Nuestro Señor Jesucristo, también hay otra imposición de manos para cargar a una persona con la maldad y el pecado, para contagiarla de malos espíritus.
Así pues, hay un reiki de Luz y un reiki de Oscuridad. Hay reiki bueno y reiki malo y negativo, como también hay reikistas buenos y otros que no lo son tanto… o que ni siquiera merecen denominarse como tales.
Y si a ciertas personas les duele que se digan estas cosas, que se den a conocer estas realidades, por algo será.
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