Les comparto con permiso de su autora, quien prefiere mantener el anonimato, un comentario sobre el reiki que a mi entender es muy revelador.
Buenas tardes, don Josep. Disculpe que le escriba por interno… no me gusta mucho opinar en medio de polémicas. Sólo le quiero decir respecto a su penúltimo post que he visto de muy cerca cómo el reiki produce adicción en muchos casos. Cuando la persona tiene depresión y no se trata como es debido, por ejemplo, acude con frecuencia a realizarse una terapia de éstas (u otras como las que ya ha hecho mención) y se repunta por un par de días y vuelta a lo mismo.
En lo personal, me inicié en Reiki hace unos 9 años, llegué hasta el 2* nivel, mi afán era ayudar, sin embargo lo habré practicado unas 10 veces como máximo, hace años que no lo hago.
He observado como el ego se apodera de los reikistas, no sé si de todos, pero de los que conozco, sí. Hay un hilo tan fino que separa la humildad de la soberbia, el deseo de ayudar del ego sobredimensionado, que prefiero tomar distancia.
Quizá por ello es hermosa la forma de vida de algunos santos que se glorían sólo en Dios, como señalaba San Pablo «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor». La soberbia no viene de Dios.
Observo también que le duele a la mayoría ese tipo de verdades a las que hace referencia.
Recuerdo a medias una historia que me contó mi querida amiga carmelita sobre el Arcángel Miguel y Luzbel. Este último, admirando su propia belleza señaló: «¿Quién como yo?», y Miguel, en el mismo ejercicio le respondió: «¿Quién como Dios?»
Eso deseaba conversarle.
Dios los bendiga.