Trasmoz, el único pueblo excomulgado y maldito de España

Vista general del castillo y pueblo de Trasmoz

En 1255, las discusiones entre el abad del monasterio de Veruela, Andrés de Tudela y los aldeanos por la provisión de la leña eran constantes. Hasta que un día, cansado de que no respetaran su autoridad, el clérigo tomó una decisión drástica: excomulgó al pueblo de Trasmoz.

Trasmoz (Zaragoza) es un pueblo maldito que, después de ser condenado, continúa excomulgado por la Iglesia católica. ¿El motivo? Diversos litigios de la localidad con el otrora poderoso monasterio de Veruela -el primero de la orden cisterciense de Aragón-, bajo el que Trasmoz negaba a someterse, acaba en 1255 con una decisión drástica del abad: expulsarlos del Reino de los Cielos para toda la eternidad.

En 1511, 256 años después de aquel episodio, un nuevo conflicto entre el señor de Trasmoz, Pedro Manuel Ximénez de Urre y el abad del monasterio,
provocado por el uso del agua, añade más leña al fuego. El superior de la comunidad lanza una maldición sobre el señor de Trasmoz, sus descendientes y toda la aldea, convirtiéndola desde entonces en un pueblo maldito. Hoy, el único pueblo excomulgado y maldito de toda España.

Para hacerlo efectivo con mayor solemnidad, las supuestas crónicas de la época relatan una macabra puesta en escena en plena noche. Tras cubrir el crucifijo del altar con un velo negro, el abad recita el salmo 108 de la Biblia en el que Dios maldice a sus enemigos, mientras acompaña sus cánticos con contundentes toques de campana. La sentencia había sido ejecutada.

A pesar de la excomulgación y la maldición posterior, los vecinos de Trasmoz han continuado llevando a cabo sus prácticas religiosas sin aparente conflicto con el Altísimo ni con la jerarquía eclesiástica. Y es que técnicamente, al día de hoy, la condena sigue firme, ya que ningún Papa -el único que tiene potestad para invalidar dichas sentencias- ha llegado a formalizar la revocación.

Este pueblo sirvió también de inspiración al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer para escribir ‘Desde mi celda’.

Estatua de Bécquer en Trasmoz

Miles de foráneos se acercan cada año hasta este rincón y visitan su museo dedicado a la brujería y las supersticiones, atraídos por el ocultismo, el misterio y por la narrativa de Gustavo Adolfo Bécquer. Y es que el poeta y escritor dedicó al castillo y al pueblo tres cartas de su obra «Desde mi celda», que escribió cuando residía en el monasterio de Veruela, aquejado de tuberculosis.

A partir de testimonios del lugar, Bécquer narra la muerte de Tía Casca, considerada la última bruja de Trasmoz, despeñada por un barranco por sus vecinos, hartos de sus hechizos y males de ojo. Se dice que desde entonces -era el siglo XIX-, su espíritu vaga por el pueblo ya que muy grande era su maldad.

Trasmoz es en la actualidad un diminuto pueblo que apenas alcanza el centenar de habitantes, encaramado en la falda de una colina coronada por un castillo medieval.

La estatua, de tamaño natural, de Becquer, se localiza en la ladera del monte. Se ha ubicado de tal manera que tiene a la vista al cementerio de la localidad, escenario preferido en los escritos del poeta.
Se trata de un retrato a tamaño natural en bronce de dos metros de altura y 300 kilos de peso que recrea al poeta Gustavo Adolfo Bécquer sentado y pensando.

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