Aliens, LSD y abusos sexuales: la secta apocalíptica de Anne Hamilton-Byrne

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El documental La Familia nos sumerge en una historia de retorcido control mental a manos de una mujer que retuvo a 28 niños a los que dejó secuelas psicológicas de por vida

Escondida en las llanuras del lago Eildon, a las afueras de Melbourne, existió una casa cuyas paredes fueron testigos del crecimiento de una de la sectas más inquietantes entre todas las surgidas nunca en Australia. Anne Hamilton-Byrne, su carismática y cruel líder, la bautizó con el nombre de La Familia.

Varias decenas de niños fueron adquiridos por Anne a través de estafas, cuando por ese tiempo la adopción estaba mal regulada en el país. Según la policía, que tomó esta casa en 1987 tras la huida de dos de las víctimas infantiles, la cerebro de esta red de miedo y dependencia recogió a un total de 28 niños.

Ahora, tras dos años de rodaje, La Familia es también un documental que saldrá a la luz el 29 de noviembre de este año . Sus creadores, el periodista Chris Johnston y el cineasta Rosie Jones, quieren dar luz a una de las únicas sectas exclusivamente femeninas que se conocen en la historia. Y quizás, también, una de las más escalofriantes.

La prole de la inquietante Hamilton-Byrne era el reflejo total de obsesión y psicopatía: vestidos de manera idéntica y teñidos de rubio platino, aquellos niños tuvieron que soportar golpes terribles, ayunos de varios días, tortura emocional y los efectos de drogas alucinógenas administradas sin su consentimiento.

Todos los abusos, eso sí, resguardados bajo el manto del «amor» como coartada, tal y como rememoran los supervivientes que alimentan de sus vivencias el metraje.

El mismo argumento fue aducido por la propia Anne cuando fue detenida en 1993, aunque tan solo por cargos de fraude relativamente menores. Los 150.000 dólares que logró embolsarse durante el eterno cautiverio tuvieron mucho que ver en la resolución final.

Junto a su segundo marido, Bill Byrne, la delirante fundadora solo tuvo que pagar 5.000 dólares de multa por aquel delito de fraude. La cárcel, ni pisarla. La larga lista de delitos y terrible abuso infantil por la que se le imputó, fue pasada de largo por la justicia.

Sin embargo, durante dos décadas esta mujer adicta a las operaciones quirúrgicas y a los abusos se dedicó a «romper el espíritu de la gente», afirma Fran Parker, el padre de una de las víctimas de Anne, quien afirmaba que Jesús debía renacer como mujer.

De hecho, La Familia fue una miscelánea de credos: cristianismo, misticismo oriental o profecías apocalípticas se daban la mano en las charlas adoctrinadoras de Anne. Los aliens tampoco salieron indemnes del imaginario sectario de Hamilton-Byrne, que también acabó reclutando para su causa a seguidores adultos, presuntamente obligados.

Las víctimas de esta herejía ufológica estaban obligadas a tomar cantidades desbordantes de LSD, además de otras drogas, como parte esencial de los ritos iniciación prolongados. A partir del momento en el que los ya confinados entraban a formar parte de La Familia tenían que acatar una única regla: » Hacer absolutamente todo lo que decía Anne», afirma David Whitaker, un niño que logró sobrevivir.

«Todo ello incluía», añade, «qué pensar, qué ponerse, qué comer, con quién casarse, no casarse… La obediencia total».

Después de la redada policial, Hamilton-Byrne había roto familias, destruido matrimonios y provocado secuelas psicológicas de por vida a sus víctimas infantiles. Ante el recuerdo, algunos trataron de quitarse la vida. Muchos, trágicamente, lo lograron.

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A través de uno de los pocos seguidores que continúa fiel a La Familia, Johnston y Jones pudieron visitar a la creadora ya octogenaria en el geriátrico. «Ella iba vestida de azul, impoluta, todavía tenía el pelo largo y platino». Sin embargo, su demencia la ha incapacitado para dar el consentimiento para que pueda ser entrevistada y filmada.

El documental La Familia, estrenado en el Festival Internacional de Cine de Melbourne de este año, sugiere que todavía entre 20 y 30 miembros siguen el legado que dejó su indemne gurú convertida en impoluta y respetable anciana con rostro de plástico.

Fuente: http://www.playgroundmag.net/

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