Todas las enseñanzas de salvación, todos los caminos de iniciación tienen, en última instancia, una única meta; la liberación del hombre de los ejes del tiempo, formados con una consciencia polar, y mostrarles el diminuto ojal de la aguja que mira hacia el presente.
Este camino de liberación no es accesible a todos los hombres, no es adecuado para todos. Es un camino de entrenamiento, de entrenamiento muy consciente que emplea técnicas y sistemas para alcanzar la meta de la iluminación y el despertar. Debido a que este camino de iniciación no es adecuado para todos, desde la antigüedad este mismo conocimiento ha sido transmitido de modo accesible por medio de otro camino: el mito. Visto exteriormente, el mito consiste en una cantidad de cuentos, historias, cuadros, ritos, ceremonias y símbolos. Por medio del mito es que el conocimiento de la realidad, que está más allá de las apariencias, se hizo accesible a todos los hombres, incluso a los hombres que no querían atravesar el desvío en medio del camino de las técnicas, el pensar y las abstracciones exigidas por la vía espiritual. Todas las narraciones religiosas, todos los relatos sobre los hijos de los Dioses que existen en varias religiones, todos estos relatos religiosos también son mitos.
Las fiestas son los puntos que enlazan al hombre con lo que cósmicamente pasa en el cielo. Y más vuelve a aprender el hombre a adaptarse a estos ritmos del calendario, presenciándolos conscientemente si se incorpora a los grandes ritmos cósmicos.
Cuando celebramos la Navidad, el Sol se encuentra a 0 grados Capricornio, en el punto del solsticio de invierno, cuando las noches se han hecho más largas y los días más cortos. Este es el momento en que el Sol se encuentra más alejado de la tierra en todo su recorrido anual. Y en esta máxima oscuridad, en esta noche nace la luz. A partir de este punto comienzan a aumentar de nuevo las fuerzas de la luz, con lo cual los días se alargan y al aminorar las fuerzas de la oscuridad, mengua la noche, quedando en equilibrio la duración de día y noche. Los hombres de culturas antiguas festejaban de manera especial los cambios de las estaciones. Para estas culturas tenía especial significado el punto en el que, en medio de la mayor oscuridad exterior, nacía la luz y comenzaba su curso victorioso sobre las fuerzas de las tinieblas.
La Navidad simboliza el renacer de la Luz y de Dios en nosotros. Pero el nacimiento de la Luz en el hombre se puede efectuar también cuando afuera hay oscuridad, es decir, cuando el hombre se aleja del mundo exterior. Se produce un proceso anterior que precede a la posibilidad de un nacimiento de la luz (antes de que renazca el espíritu en una vida humana) en el cual el mundo exterior se torna insípido y pierde los encantos que siempre tiene para nosotros.
La Navidad ocurre en Belén. En hebreo, Bethlehem significa la casa del pan, que es el símbolo para nuestro cuerpo dentro del cual debe acontecer la Navidad. Nuestro cuerpo es el sitio exterior para el nacimiento, tal como Bethlehem representa el lugar exterior del nacimiento de Cristo. María es ante todo nuestra alma y se insiste además en que es virginal y pura. Y José es, significativamente un carpintero, un constructor de las formas. Esto nos hace recordar al Gran Constructor de los Mundos, sinónimo frecuentemente empleado para denominar al Dios-Padre. Ese término se debe a que Dios-Padre es la expresión del principio del espíritu, capaz de crear y realizar formas.
En medio de las figuras de María y José está tendido el niño Jesús, aquel niño Dios alrededor de quién gira toda esta historia. El es el principio divino, lo real y verdadero dentro de nosotros, la chispa divina, el Yo, la Luz Divina, el Logos. Todos estos nombres son distintas denominaciones que se dan al núcleo, a la esencia que se consigue solamente en el hombre, en su consciencia. Mientras el hombre busque su esencia afuera, en el exterior, nunca la encontrará.
El nacimiento de Jesús ocurrió en un establo, que probablemente era una cueva. En aquel tiempo, la mayoría de los establos se hallaban en cuevas, que simboliza el corazón lugar donde está ubicada esta chispa divina. El buey y la mula simbolizan la voluntad y el intelecto.
Los tres reyes Magos son sabios, sacerdotes, magos, y astrólogos que representan a la sabiduría y la dignidad, pero son paganos, no judíos. Los pastores, representantes del campesinado simple si son judíos. Conjuntamente, simbolizan en si la veneración de toda la humanidad, judíos y no judíos, de dignatarios e intelectuales y de la gente más sencilla y humilde. Representan, a la vez, a dos grupos humanos polarizados o, visto de otro modo, a las dos fuerzas en el ser humano: por una parte, los hombres intelectuales y por otra, los hombres de corazón.Entonces la navidad simboliza el nacimiento de la luz en medio de la oscuridad dentro de cada uno de nosotros.
Encontrar esa Luz es la meta y tarea de cada ser humano. Y esa Luz sólo la puede encontrar cuando cada uno se encamina y cuando está dispuesto a trabajar para que la consciencia se haga receptiva y entienda el acontecer de la Navidad. Y así, nos encontramos también delante de la Navidad, en nuestro mundo de hoy, y vemos que para poder darle una expresión a esta Luz, hace falta que siempre hayan más seres humanos empeñados en realizar la Navidad en su fuero interno.
