Duendes: entre fantasías y psicoanálisis

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Con frecuencia se escuchan historias de seres inexistentes de boca de niños y adultos, que dicen haber tenido amistades y furtivos encuentros con hadas, duendes y gnomos. Para aproximarnos a este mundo, captamos algunos relatos y explicaciones científicas para sopesar las percepciones que rozan el péndulo de lo real y lo inventado por nuestra mente.

“Con frecuencia los duendes visitan mi casa, y particularmente mi habitación. Portan un traje verde de pies a cabeza, incluido un gorro del mismo color y un lustroso morral de cuero. Siempre los observo por detrás y cuando giran hacia mí, cierro los ojos porque da pánico verles su rostro. Suelen tomar objetos prestados como hilos, botones, clavos, llaves y monedas. En casa todos están concientes de su presencia, incluso, mi pareja Claudia ha sido objeto de sus travesuras”, relata Rodrigo Ibáñez, estudiante de tercer año de odontología.

Historias como las de Rodrigo abundan en Chile, particularmente en sectores apartados de la ciudad y con abundante naturaleza, o bien, donde la actividad minera se encuentra latente.

En Copiapó por ejemplo, algunas abuelas aseguran que si un niño ve a un duende fijamente a los ojos corre el riesgo que estas criaturas les roben el alma, dejando a los menores de edad como autistas, o bien, extremadamente retraídos.

Otras versiones recogidas de relatos de mineros del carbón de Lebu, aseguran haber visto a pequeños seres al interior de peligrosos socavones recolectando minerales preciosos. Producto de lo mismo, algunos trabajadores han arriesgado sus vidas para intentar extraer los mismos minerales, pero con resultados infructuosos.

Tan variadas como las versiones sobre la apariencia de los duendes son las interpretaciones que se han elucubrado sobre su origen, aunque la más difundida por los libros de leyendas, es la que los considera espíritus de personas que han muerto sin los adecuados servicios religiosos y que han sido condenadas por los dioses a vagar eternamente en una realidad paralela a la nuestra y que a veces se entrecruza con el mundo de los humanos.

Nombres y procedencias

Según los postulados del argentino Roberto Posaspini, investigador de mitos y seres mágicos, los duendes fueron los seres que abrían ayudado a crear el universo. De esta forma se explicaría caricaturescamente su presencia sobre toda la superficie de nuestro planeta. Posaspini, cree que los progresos tecnológicos y la destrucción de la naturaleza han presionado a estas criaturas a refugiarse en lugares inaccesibles, evitando el contacto con la presencia humana, salvo contadas excepciones.

Evidentemente, esta particular interpretación sustraída del libro ‘El Mágico Mundo de los Duendes’, publicado por Ediciones Continente, no hace más que reflejar el universo de lo irreal y lo fantástico construido por la infinita imaginería humana.

No obstante, estas historias de hadas, gnomos y duendes se han logrado afianzar en las mas variados países y culturas, tanto así, que sería imposible tratar de enumerar la cantidad de nombres que reciben los duendes en todos los rincones del mundo.

Así por ejemplo, en la mayoría de los países europeos o de influencia europea se utiliza un único nombre genérico que involucra no sólo a todos los integrantes de la gente menuda, sino también a todos los elementos, objetos y circunstancias que integran el mundo fantástico. Este nombre derivado originalmente del vocablo latino fatum –destino-, se fue transformando en hada en español, fata en italiano, fee en francés, fairy en inglés y fada en portugués, por citar algunos.

En cambio, en español, cada tipo de entidad espiritual tiene su propio nombre genérico de acuerdo con sus características, apariencias y comportamiento. De esta manera, la clasificación más difundida es la siguiente: Hadas (criaturas femeninas), duendes (seres de talla humana media y diminuta), elfos (entidades con formas no humanas), genios, elementales y ogros.

Las formas de nombrar a los duendes eso sí, varían según el país. En las islas Británicas se les denomina leprechauns, goblins y brownies; en Alemania, Holanda y Bélgica se conocen como norggen, alven y wichtilins; en Japón se les denominan tengú, kinume y jikininki; en Argelia son los djinns; en Filipinas se les reconoce por berbalangos y en Chile figuran como alchimalen, invunche y trauco, por citar algunas nomenclaturas.

Fantasías y duendes al psiquiátrico

Fernando Ivanovic-Zuvic, psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, cree fehacientemente que se debe diferenciar la imaginación que corresponde a un estado de la vida psíquica normal de los estados psicopatológicos cuyos contenidos revelan apariciones de duendes, hadas y otros personajes que pertenecen al conjunto de creencias o imaginaciones propias de determinados pueblos, países y culturas.

Ivanovic-Zuvic sostiene la tesis de que “todas las sociedades crean mundos míticos que satisfacen necesidades sociales o bien representan deseos, constructos o imágenes que representan creencias que al modo de una proyección al entorno configuran temores, deseos, aspiraciones, representaciones o afirmaciones compartidas aceptadas ya sea por un grupo social pequeño, o bien más extenso como toda la humanidad”.

Así se explica en consecuencia, que todas estas creencias imaginarias surgen en una comunidad pequeña, pero que en ocasiones se extienden a otras regiones y se pueden universalizar como es el caso del Viejito Pascuero, de origen nórdico pero que se ha extendido a otras regiones del planeta. Lo mismo sucede entonces en el caso de los duendes, gnomos, hadas, etc, que también son traspasados entre diversas culturas.

Desde el punto de vista psicopatológico, Ivanovic-Zuvic, añade que “tales figuras simbólicas pueden aparecer como formando parte de alucinaciones o bien ilusiones. En el caso de las alucinaciones, éstas consisten en una percepción sin objeto real y las segundas, las ilusiones son transformaciones de objetos reales y que se perciben en forma distorsionada”.

De esta manera, los fenómenos perceptivos pueden o no asociarse a un correlato cognitivo que les otorgan el juicio de realidad, vale decir, una persona puede experimentar una alucinación o una ilusión pero darse cuenta del carácter de irrealidad de ésta.

A modo de ejemplo, una persona puede ver en la oscuridad o en una sombra la figura de una persona y asustarse, pero luego de una verificación se concluye que se trata de sólo de una sombra y se corrige el error perceptivo. Lo mismo sucede con las alucinaciones.

El especialista puntualiza al respecto: “Si un error de la percepción es mantenido como cierto a pesar de los argumentos contrarios aportados por terceros y se mantienen las características de certeza absoluta de realidad, se trata de un fenómeno psicopatológico vinculado a una perdida del juicio de realidad, es decir estamos frente a una psicosis, o bien una locura”.

Reportaje de Erick Bellido en ‘La Nación’ (lanacion.cl).

3 comentarios sobre “Duendes: entre fantasías y psicoanálisis

  1. Es lo más estúpido que he leído sobre duendes y seres «mitológicos».
    Me encantaría que establecieran un patrón de lo que es real y lo que no.
    Todo depende de la percepción de cada mente. Aquí se nota que están usando sólo el hemisferio izquierdo y lo peor, es que se sienten felices en su ignorancia.
    Para mí, quien pierde el juicio es aquel que se deja embobar por esta realidad material y no es capaz de ver más allá de su nariz, qué pobre sociedad es ésta, qué triste que se califique de insano a alguien con una sensibilidad mayor y no comprendida.
    Abran el ojo.

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