
Los demonios han aterrorizado a la humanidad desde la Antigüedad y han estado presentes en sus leyendas y pesadillas.
Los demonios son entidades sobrenaturales presentes en la mayoría de las culturas y religiones. Su capacidad de provocar el mal, el caos y las enfermedades son un siniestro simbolismo de las condiciones más bajas del ser humano y los poderes incontrolables de la naturaleza. Estas criaturas con la capacidad de cambiar de forma, poseer al ser humano, llevarlo a la locura y provocar desórdenes de todo tipo poseen secretos que quizás preferirías ignorar.
Uno de los casos más siniestros es el de Adramelec, el cual tenía tanto poder y causaba un miedo tan atroz a las personas que, según la Biblia, los habitantes de Sepharvaim ofrecían sacrificios de niños en su honor: “Los Heveos hicieron a Nibhaz y a Tharthac; y los de Sepharvaim quemaban sus hijos al fuego a Adra-melech y a Anamelech, dioses de Sepharvaim” (Reyes 17:31). Su apariencia era la de un extraño ser con rostro de mula y cola de pavo real.
Con el paso del tiempo, Adramelec, cuyo origen data de la antigua Mesopotamia (como el de tantos otros demonios), se convirtió de deidad pagana en demonio para la religión judeo-cristiana. Fue descrito por John Milton en su poema El Paraíso perdido como uno de los tantos demonios arrojados al abismo junto a Lucifer, y el escritor Robert Silverberg le dedicó algunas palabras en su cuento Basileus: “El enemigo de Dios, más ambicioso, astuto y malicioso que Satanás. Un demonio maldecido, un profundo hipócrita”.
Son seres parasitarios
Al igual que un parásito se alimenta de las sustancias que elabora un ser vivo cuando está dentro de él, un demonio se alimenta de la esencia orgánica y mental del cuerpo que invade, causándole todo tipo de daños físicos y psicológicos.
Son sumamente agresivos tanto a nivel físico como psicológico
En su calidad de parásitos, los demonios alimentan su fuerza y ego a través de los daños que causan en el cuerpo o espacio físico que habitan. Su carácter irracional los lleva a abusar sexualmente de la persona a la que tienen sometida, la obligan a lastimarse y la humillan en todo momento. Buscan destruirla como objetivo final. Si son invasores en una casa, les agrada manifestarse mediante ruidos, golpes en las paredes o estableciendo contacto físico con los objetos al moverlos o tirarlos.
Están organizados por escala jerárquica, según la religión judeo-cristiana
Lucifer, Belcebú, Astarot, Asmodeo, Belfegor y Azazel son los que ocupan las primeras posiciones en una especie de ejército del Infierno. Representan diversos pecados, tiene múltiples apariencias y sus poderes se enfocan siempre en provocar el mal en los seres humanos y el mundo.
Los temibles comedores de cadáveres
De todos los demonios existentes en las diversas mitologías, los ghouls son algunos de los más terroríficos. El término está relacionado etimológicamente con Gallu, un demonio mesopotámico. Los ghouls habitan en los desiertos de Arabia para atraer a los viajeros solitarios y beber su sangre. Para despistarlos, a menudo toman la apariencia de una hiena. También habitan en cementerios, pues su apetito por la carne putrefacta los obliga a merodear por estos sitios. Un ghoul que recién haya devorado un cadáver adquirirá la apariencia del fallecido.
Varios demonios pueden poseer a una persona
Son los casos denominados posesiones múltiples. Una legión de demonios toma el alma de una persona para que sea más difícil combatirlos. Para expulsarlos, los exorcistas primero despedirán a los demonios más bajos en la escala jerárquica hasta llegar a los más poderosos. Estos son los casos de posesión más difíciles, por lo que un ritual de exorcismo puede tomar varios meses.
Detestan especialmente a los ascetas
Un asceta es aquella persona que a través de una vida austera de meditación y privaciones pretende llegar hasta la perfección moral y espiritual. Como los demonios son lujuriosos y buscadores de saciar sus apetitos a toda costa, detestan a quienes se entregan a una vida contraria y dedicada a Dios. José Antonio Fortea, experto en demonología, dice: “El demonio odia mucho más al asceta que a la jerarquía eclesiástica o a los mismos exorcistas. El exorcista expulsa a uno, dos, una docena de demonios… El hombre que se mortifica, quebranta de un modo mucho más poderoso la influencia demoníaca en este mundo por el mero hecho de sobrellevar sobre su cuerpo y su espíritu la pasión cotidiana de su vida crucificada”.
Tienen mucho miedo de la presencia de María, madre de Jesucristo
El padre Candido Amantini, uno de los exorcistas más poderosos de la Iglesia Católica y que está en proceso de beatificación, una vez le preguntó a un demonio durante un exorcismo, «¿Por qué tienes más miedo cuando invoco a María que cuando imploro a Dios mismo?» El demonio respondió: «Me siento más humillado al ser conquistado por una criatura simple que por Dios mismo».
Pueden poseer a un niño, aún cuando éste no haya nacido
Este fenómeno ocurre generalmente cuando los padres del nonato lo dedican como sacrificio o regalo a Satanás o a una entidad maligna. El demonio permitirá al niño o la niña nacer, pero no lo abandonará jamás, al grado de tomarlo bajo su protección como un hijo.
Rodrigo Ayala Cárdenas