
Cotidianamente, muchas personas invocan ángeles de nombres desconocidos. Quienes lo hacen (y no dudamos que muchos lo hacen con la mejor de las voluntades), posiblemente creen que están invocando a los ángeles celestiales.
Una vez más, recordamos que no hay nada malo en pedir la ayuda a los ángeles en general. Pero si se les llama por su nombre, lo prudente y recomendable es no hacerlo más que con aquellos nombres que nos constan en las sagradas escrituras.
Hay quienes llaman a un determinado ángel con un nombre que han leído en un libro (normalmente de los muchos que proliferan bajo el prisma de la Nueva Era), y después sufren una muy ingrata experiencia cuando descubren que ese nombre es el nombre de un demonio o un ángel caído.
Todavía es peor cuando se pide la protección o la visita al hogar de esos «ángeles», añadiendo ciertas prácticas o rituales, que a nada bueno conducen.
Por favor, ante cualquier duda, infórmense siempre bien, busquen en los textos clásicos y sagrados y no se arriesguen a pasar por una desagradable experiencia.
No olviden nunca que los ángeles caídos no han dejado de ser ángeles, y están mucho más cerca de nosotros (y por lo tanto suelen responder mucho más rápido a nuestro llamado) que los ángeles buenos de Dios.