Definimos como “posesión“ el hecho por el cual espíritus malignos toman el cuerpo de personas, anulando su voluntad, o atormentándole con enfermedades “mentales o físicas”. Según datos bíblicos, pueden entrar en una persona desde uno hasta cientos (legiones) de espíritus inmundos; del número de éstos depende el tipo posesión existente, por lo que las clasificaremos en: posesiones parciales, temporales y permanentes.
POSESIONES PARCIALES.
Cuando los demonios no dominan la razón ni el ego de las persona, pero controlan ciertas áreas o esferas de su conducta. Son los casos de enfermos físicos o psíquicos, (Lc. 6:18) o aquéllos que tienen algún tipo de esclavitud a vicios. Nunca pierden la noción de la realidad, sólo operan en áreas bien definida del carácter, emociones, pasiones o instintos.
POSESIONES TEMPORALES.
Ocurre cuando demonios toman a individuos por períodos cortos, anulando su razón o privándolo de todo dominio propio, destruyendo su voluntad.
POSESIONES PERMANENTES.
Por último, encontramos otro tipo de posesiones «las permanentes“, en las que la persona queda totalmente enloquecida, anulando su “YO”, por lo que no es consciente de nada, está totalmente privada de la razón, no siendo ella la que actúa. En esta dimensión las fuerzas malignas han tomado el dominio total de la personalidad, la cual manejan a su antojo, quedando sin juicio propio, y cuando los demonios quieren, le dan un poco de lucidez, “conciencia propia”, pero controlan sus reacciones y, a veces, anulan totalmente su
voluntad, hablando los espíritus a través del poseído.
Tomado de: «Demonología», Mario E. Fumero