
Hay días en los que no entiendo casi nada de este mundo que nos ha tocado vivir, cada vez más desquiciado. Sobre todo, me preocupa enormemente la existencia de tantos y tantos casos de abusos y de violencia sexual contra niños/as. No solo en el seno de grupos o instituciones religiosas, sino también en casi todos los ámbitos.
Tal parece que esta sociedad acepta como ‘normal’ la pedofilia, las aberraciones que se cometen casi a diario, el que haya adultos que violenten menores, en muchos casos dentro del propio hogar y por parte de familiares cercanos.
Que se diga que es algo inherente a esta sociedad machista, que se busquen justificaciones como falta de cultura, poca o nula educación sexual, ciertas condiciones sociales… para mí no hay absolutamente nada que explique o justifique el abuso contra un menor.
Y una sociedad que no pone todos los medios necesarios para combatir y erradicar esta lacra, es también una sociedad enferma.
No profundizo en el tema, más oscuro y siniestro, de los secuestros, violaciones y asesinatos de niños y niñas en rituales satánicos, por parte de grupos bien organizados y de individuos integrantes de las elites del poder, porque aunque sé bien que existen y tienen lugar en todo el mundo, también aquí en Chile, sigue siendo peligroso hablar de ello.
Como publiqué en un post anterior, casi a diario atendemos en el consultorio personas jóvenes con traumas emocionales que en su niñez o temprana infancia sufrieron abusos y violaciones, y en las generaciones pasadas y todavía ahora en algunos lugares, estas aberraciones se consideran como algo lógico y normal.
Y como ya dije, todavía no puedo hablar de los sacrificios satánicos y asesinatos rituales de niños, pero si Dios me da la fuerza, no le quepa duda a nadie de que lo haré. ©TLI-J.R.