
Hay dos tipos de exorcismos: los solemnes y los extraoficiales. Los primeros, los tiene que aprobar la Iglesia. Los segundos, los puede realizar un seglar.
Muy pocos sacerdotes han realizado exorcismos de verdad porque, o no aceptan la existencia del Maligno o, peor todavía, le tienen miedo y no se atreven a enfrentarlo.
Como seglar que soy (es decir, lego o laico), y a pesar de llevar la friolera de 45 años sacando malos espíritus y entidades negativas de personas oprimidas o contagiadas, todavía me sorprende y preocupa que muchos curas católicos, quienes al ser ordenados reciben esta responsabilidad, la ignoren y se nieguen a hacer frente a los espíritus malignos.
El ritual eclesiástico es bien claro. En la ceremonia de ordenación, el obispo le presenta el libro de exorcismos al ordenando (quien va a recibir el orden sacerdotal), para que lo toque con la mano derecha, y le dice:
«Recíbelo y confía a la memoria las fórmulas; recibe el poder de poner las manos sobre los energúmenos (así se denominaba antiguamente a los posesos) que ya han sido bautizados o sobre los que todavía son catecúmenos…», etc.
De ahí la pregunta que me he hecho tantas veces: ¿Por qué, entonces, hay tantos curas que, aunque reciban autorización del obispo del que dependen, se niegan a hacer exorcismos, no creen en el Maligno o directamente temen enfrentarse a él?